Veinte minutos para liberarse de complejos

Apenas veinte minutos. Ese fue justo el tiempo que necesitó ayer la Deportiva para despojarse de todos los complejos que acarrea la adaptación a la nueva categoría y también a la entidad del equipo que tenía enfrente. Cuando los blanquiazules se dieron cuenta de que el cuadro insular estaba compuesto por jugadores de parecido nivel, descubrieron que podían hacerlo tan bien como esperaban las cinco mil almas que había en el Toralín, el equipo empezó a funcionar como se le suponía. Hasta entonces, el equipo trataba de iniciar el juego ofensivo con desplazamientos largos sobre Risso y Rubén Vega, buscando una prolongación que permitiera ganarle la espalda a la nutrida cobertura insular o bien encontrar el apoyo de los hombres de medio campo, si bien éstos se encontraban muy distantes de la zona donde realmente podían crear peligro. Los locales desechaban la posibilidad de empezar a crear fútbol desde las zonas más próximas a su propia portería que son las más vulnerables cuando se produce una pérdida de balón. En definitiva, los de Pichi trataban de elegir el camino más sencillo para llegar al marco de Nacho González. Cuando los bercianos llegaron al convencimiento de que era posible hacer daño al rival por otros conductos que ya anteriormente han demostrado estar capacitados para ponerlos en práctica, todo fue distinto. Vimos a Fran encarar al contrario provocando desajustes en la defensa contraria. Vimos a Rubén Vega caer a banda y crear situaciones de peligro. Vimos a un Dani Borreguero omnipresente dejándose ver en apoyos cuando teníamos la posesión del balón y moviéndolo con criterio a diestra y siniestra, o bien cerrando espacios y acercándose a la línea de defensa cuando eran los canarios los que dominaban el cuero. Confieso que es la primera vez que veo al equipo esta temporada y reconozco que tengo escaso conocimiento de los nuevos futbolistas que se acaban de incorporar. Pero si se une la calidad, el trabajo y la actitud demostrada en la tarde de ayer tanto por las últimas adquisiciones como por los que ya estaban el año anterior, los mismos que nos hicieron disfrutar del juego y coronarlo con el ascenso a final de temporada, estoy seguro de que vamos a disfrutar este año en los partidos de casa, siempre que las gradas del Toralín den la confianza necesaria y merecida a este grupo de jugadores y al cuerpo técnico que lo dirige. Analizando un poquito mi visión del equipo por líneas, me gustó la seguridad, la permanente atención y el espíritu de solidaridad hacia el compañero que registró la defensa. A esto se añade las incorporaciones por banda, sorprendiendo y creando peligro, tanto de Chupri como de Fuentes. El medio del campo fue otro a partir de esos veinte minutos iniciales. Todos querían el balón y lo movían con criterio hacia el compañero mejor situado, sin tener prisa por llegar a la portería contraria. La diferencia es que ahora estos jugadores irrumpían desde la segunda línea ocupando los espacios que se creaban en la retaguardia amarilla. Arriba, pasamos de las dificultades para controlar los balones que llegaban a su zona, a una fase en la que los puntas se dejaban ver en apoyo de los que venían de atrás, logrando con ello mantener el balón o progresar en ataque. El tercer gol fue una prueba de todo esto.