La cordura de Iniesta en el medio salva la cabeza de Luis Aragonés
España hizo un partido notable que le sirvió para asomar la cabeza tras sus dos descalabros
Apoyada por una afición entusiasta, inmensa, y liderada por un genial Iniesta, la selección española derrotó a una triste Argentina del Coco Basile y salvó la cabeza de Luis Aragonés, al menos de momento. Pese a su alarmante falta de pegada, personificada en la figura de Torres, y a sus tremendos desajustes defensivos y lagunas de concentración, España hizo un partido notable que le sirvió para asomar la cabeza. Aunque esta albiceleste , sin Riquelme, no tiene el fútbol ni la pujanza del equipo que dirigió Pekerman en el Mundial, no se puede desmerecer el triunfo de un equipo español sin Raúl y Puyol. El duelo, morboso, picante, con rivales que se conocen a las mil maravillas, las gradas a rebosar y Luis Aragonés en la picota, tenía todos los ingredientes para ser un gran espectáculo. Pero ocurrió que el pésimo estado del césped, sin agarrar, fue un hándicap para que los protagonistas desplegasen lo mejor de sí mismos. En los apoyos fuertes, las arrancadas, los giros y los cambios de ritmo, el horrible pasto siempre se levantaba. Con Murcia volcada y un nuevo estadio precioso, fue una lástima un error así. Quien más y quien menos se temía caer lesionado y eso acaba por echar el freno, aunque sea de manera instintiva. Que no era cuestión de asumir excesivos riesgos se vio clarísimo en los minutos que siguieron a la lesión de Maxi Rodríguez, quien se torció la rodilla en un mal gesto casi al principio, se retiró en camilla y regresó para aguantar, renqueante, apenas un cuarto de hora. En todo caso, España salió desde la caseta dispuesta a agradar, a recuperar la autoestima, a cambiar su tendencia perdedora y a mantener contracorriente a su seleccionador. Luis no quiso señalar muchos culpables de la derrota de Suecia y sólo hizo tres modificaciones en el once. Una obligada por la lesión de Puyol, otra más bien anecdótica, la presencia de Reina en lugar de Casillas, y sólo la tercera de verdadera relevancia. Cesc, escorado a la izquierda Iniesta ocupó la plaza de Cesc, pésimo escorado a la izquierda en Estocolmo, y el equipo lo agradeció. El manchego estuvo muy activo, se asoció mejor con Xavi, siempre tocó bien y sin complicarse, y participó en los goles. Ante una albiceleste timorata, confusa y preocupada por la dolencia de Maxi, España dispuso de un ramillete de espléndidas ocasiones en el arranque. Pero, igual que en Suecia, se empeña en perdonar la vida a sus rivales. Primero fue Angulo, más entonado y con más presencia que en Suecia, el que picó ligeramente desviado tras un servicio excepcional de Iniesta. Después, tras una falta ejecutada con maestría por Xavi, el negado Torres erró un cabezazo pintiparado. Con toda la portería por delante y sin oposición, era más fácil echarla dentro que fuera. Es cierto que Aragonés ya no está para rematar, pero no es menos verdad que sí puede llamar a Morientes. El extremeño participa menos en el juego, es más estático y menos mediático que el Niño , abucheado en Murcia cuando fue sustituido por Luis Garcia a falta de más de media hora, pero esas no las falla. España, muy bien plantada con su 4-4-2 en rombo, era dueña del juego y del balón. Fruto de su mejor juego llegó el 1-0, merced a un disparo tremendo de Xavi desde fuera del área. Luis, en un gesto de rabia, cerró el puño, sin que apenas se le viera. Todo estaba bien encarrilado, pero ocurrió eso que el de Hortaleza llama no saber competir. No es de recibo que a un equipo serio le empaten en menos de un minuto. Lo logró Bilos, el centrocampista del Saint Etienne, tras desnudar los argentinos a la zaga española. Poco antes ya había avisado Messi, quien perdonó lo imperdonable, quizá gracias al césped. Los zagueros adelantan la zaga a destiempo y son demasiado blandos. Mal los laterales y paupérrimos los centrales, en especial un Pablo que no levanta cabeza desde que se comprometió con un candidato a la presidencia del Real Madrid y cada domingo tiene que pagar sus culpas en el Calderón. Con Argentina crecida, España reducida por su falta de defensas y una espectacular rabona de Villa, se llegó al descanso. Vuelta a empezar en la reanudación. Ya con un notable Xabi Alonso en lugar de Albelda y Antonio López en el de Capdevila, España encerró por completo a Argentina. Sólo se jugaba en una dirección y el gol sólo era cuestión de tiempo, o de que Luis al fin quitase a Torres. Lo hizo poco después de que el rojiblanco no acertase a rematar en boca de gol, pero entre un bosque de piernas argentinas. El libre indirecto indicado por el colegiado francés fue desperdiciado por Villa. Luis García, por detrás del valencianista, mejoró las prestaciones de la selección. Pronto remató al palo. Pero tuvo que ser Iniesta el que forzase el penalti que transformó Villa con un certero latigazo. Mientras unos y otros lo celebraban, Luis se desgañitó para exigir concentración en defensa. Falta hacía y esta vez le obedecieron. El Kun Agüero entró pero ni apareció. Era un amistoso grande, pero sólo un choque de preparación. Las finales llegarán ante los países del frío.