Diario de León

El Real Madrid resucita

La agresividad y el contragolpe de los blancos desnudaron las carencias del Barcelona y siembra la duda en las filas de los azulgrana que encadenan su segunda derrota Capello: «El cambio del

Los jugadores blancos se abrazan alborozados después de derrotar al Barcelona

Los jugadores blancos se abrazan alborozados después de derrotar al Barcelona

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Ignacio Tylko - madrid
León

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El terrenal, abnegado y rehabilitado Real Madrid de Capello supo a qué jugar, mostró orden y pegada, y desnudó a un Barcelona cansino, confuso y peleado con el remate. Seguro que el convaleciente Eto'o se desesperó al ver cómo sus compañeros, en especial Gudjohnsen, desperdiciaban una a una sus ocasiones cuando el enemigo sufría. Crece el Madrid tras el punto de inflexión de Getafe y se reduce el potencial el Barça tras dos derrotas consecutivas contra dos rivales directos. Al tiempo que el optimismo se apodera de los madrileños, saltan algunas alarmas en el Barça, reducido por los pupilos de Mourinho y Capello. La puesta en escena, el gol de Raúl al comienzo, marcaron el 'clásico'. Fortalecieron al renqueante Madrid, le permitieron jugar al contragolpe, y dejaron muy tocada la credibilidad azulgrana. Sabedores de que son una clase inferior, los de Capello apelaron a la casta, al orgullo, al factor campo. Salieron con una marcha más, con un punto de agresividad y con una humildad de la que carecieron sus distraídos oponentes. Una vez más, Rijkaard fue muy valiente y apostó por todos los jugones de medio campo hacia adelante. Ni Motta, ni Edmilson, ni Márquez. La premisa era evidente. Coger el balón, tocarlo, guardárselo y superar la presión local. Pero sus jugadores no interiorizaron el mensaje y actuaron acomodados, desenchufados, con cierta suficiencia, glorificados por el 0-3 del curso pasado. Y eso en Chamartín, por muy débil que esté el Madrid, se paga caro. Sí se equivocó el técnico azulgrana al alinear a Thuram de central y marginar a Márquez, con mucha mejor salida de balón desde atrás. Sergio Ramos, nada que ver con el Salgado del curso pasado, ahogó a Ronaldinho desde el pitido inicial. No le dejó recibir ni en propio campo, le encimó, le puso el aliento en el cogote. El astro brasileño intentó una frivolidad en zona de nadie antes de ver de lejos cómo el sevillano se internaba y, sin oposición, ponía un balón de oro a Raúl, que el capitán aprovechó con grandeza. En apenas tres minutos, los blancos se adelantaban. En la otra banda, Robinho ridiculizó a un Zambrotta que, como le ocurre a Cannavaro, es un fantasma en comparación con el campeón del mundo. El brasileño, infrautilizado por Capello hasta Bucarest, da vidilla al Madrid. Su movilidad y capacidad de desborde contagian al grupo. El '7' hizo un ocho a los catalanes. Arrancaba desde la derecha pero como es listísimo e interpreta el fútbol como pocos, luego aparecía por sorpresa en todas las zonas del área. Incluso le dio el pase a Van Nistelrooy que puso el 2-0 definitivo en el marcador en medio del delirio de la afición blanca.

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