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Exceso de soberbia y escasez de equilibrio azulgrana

El entrenador Frank Rijkaard apostó por un centro del campo sólo creativo y su error incluso lo incrementó al sentar a Deco y también al alejar del área del rival blanco a Messi

Raúl devuelve el aplauso a la grada mientras Puyol medita lo ocurrido

Publicado por
José M. Fernández - redacción
León

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Victoria del músculo. Además de educado, Frank Rijkaard es valiente, pero en el Santiago Bernabéu quizá cometió un par de pecados de soberbia que a la postre le supusieron el segundo disgusto en apenas cuatro días. Y el Madrid lo aprovechó para conseguir un triunfo que estaba necesitando, para intentar acercarse a un afición en la que no faltan las dudas. Mucha creación Aceptó el holandés el reto y decidió combatir justamente con el estilo que más repudia Capello. Si el italiano insiste en que el toque está anticuado, pues va Rijkaard redobla la apuesta y borra del centro del campo todo rastro de Edmílson o Motta. Xavi, Deco e Iniesta para tratar de dejar en evidencia el denostado doble pivote de Capello. Aparentemente, el duelo se convertía así en un atractivo combate dialéctico, la exuberancia ofensiva frente al equilibrio. Ganó Capello y eso probablemente no es buena noticia para el balompié ni, por supuesto para el Barça. Y todo porque a los tres minutos Ronaldinho dejó una autopista que Sergio Ramos aprovechó. Raúl puso el partido justo en el sitio que más le duele al conjunto catalán y el que más agrada al Madrid de Capello. Deco y Saviola Reaccionó el Barcelona cuando Messi aceptó encarar a Roberto Carlos, a Cannavaro, a Emerson... y a todo bicho viviente. Los azulgrana se aferraron a un Messi que sembró el terror en las gradas del Bernabéu. El creativo centro del campo de Rijkaard manejó a su antojo y el diablo argentino se multiplicó, pero el Barça actual carece de la seguridad de antaño, Gudjohnsen no es ni de lejos Eto'o (tampoco Saviola) y Ronaldinho está a una distancia sideral del Balón de Oro del 2005. El Real Madrid jugó con el reloj y encontró de nuevo el premio en el inicio del segundo tiempo. Guti y Robinho, precisamente dos de los jugadores bajo sospecha en tiempos de Capello, decantaron más el partido. Segundo acto de soberbia de Rijkaard: prescindir de Deco, poner a Giuly y diluir a Messi en el centro del campo, es decir en el lugar que menos daño hace y que más esfuerzo exige. Como frente al Sevilla y el Chelsea en Europa, el Barça acabó desdibujado y superado por un rival con más veneno en los últimos metros y capaz de aguantar el aguacero durante media hora. Capello, 1 - Rijkaard, 0.

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