Su gran pecado fue la mala ubicación que tenía en la polémica acción
El exceso visual cometido en El Toralín por el asistente vasco Vicente Garlito Rosado no puede ser considerado como objeto de sanción por sus superiores en el Comité Nacional de Árbitros. Otra cosa muy distinta es la ubicación que tenía el asistente cuando se produjo la jugada polémica. En las imágenes de televisión se aprecia claramente como el vasco estaba colocado a unos cuatro o cinco metros del banderín de córner, el mejor lugar para discernir si el balón habría entrado en la portería de Manolo Rubio o no. Teniendo en cuenta que se lanzaba un golpe franco, la situación del asistente no era la correcta o en todo caso la más idónea para pronunciarse sobre una incidencia así. Precisamente por eso se antoja como un gran atrevimiento el haber concedido el gol, teniendo como tenía una ubicación a todas luces incorrecta. Es imposible que lo viera claro desde donde estaba y si no lo vio claro, en ningún caso puede tomar una determinación como lo que asumió.