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| Perfil | Hombres y nombres | TOMÁS HIGARZA, EL HERMANO TOMÁS

Aquella extrema unción que resucitó la mano de un cura

León

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Metidos en la batalla perenne de saber quién hizo a quién, los nombres y la historia mantienen una disputa inmemorial, que debiera resolver la razón, más que el corazón. Porque si fuera cosa de sentimientos, a los repartos de las medallas y de las neuronas les pasaría lo mismo: que el día que Dios pensó cómo distribuirlas, empezaron a patentarse los antecedentes de la lotería. Y así sucede que, con tanto galardón por el sistema del brindis al sol, cuando se concede uno que de verdad tiene fundamento, pasa casi inadvertido. No está claro que Tomás Higarza naciera con una pelota de balonmano entre los dedos, pero el día que el Supremo le pida que suba a comentarle en persona alguna final de la Copa de Europa, quizá para entonces León sabrá que la supervivencia de uno de las principales enseñas leonesas y leonesistas, tiene mucho de posible gracias a la labor de mediación que ejerció a mediados de los 90, cuando aquel barco, ahora crucero de lujo, apuntaba a naufragio. El hermano que no quiso hacer el primo, se convirtió en padre adoptivo y temporal de una iniciativa de la cual hoy, como buen padrino, cuida a una cierta distancia. Cambiaron los tiempos, pero no la esencia, y ahora que el márketing y la administración suplen la labor que entonces se desarrollaba en un aula de colegio y con un cuaderno de anillas, Tomás, saca parte del oro del corazón para que lo luzca la solapa. Después de haber sido distinguido en el año 96 por la Federación Española de Balonmano, hoy el sello de distinción tiene tinte más local. Poco importa. Lo que vale a la hora de la verdad es la intención. Y es agradecido este Gran Hermano...

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