Diario de León

«La selección es una chirigota»

La afición de Cádiz dictó sentencia sobre el equipo de Aragonés tras fracasar de nuevo (0-1)

Marcos Senna pelea un balón con los jugadores de la selección rumana Rosu y Ovidiu Petre

Marcos Senna pelea un balón con los jugadores de la selección rumana Rosu y Ovidiu Petre

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Ignacio Tylko - cádiz
León

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El notable estreno del pequeño Silva fue la mejor conclusión que pudo sacar el confuso Aragonés de un duelo con pinta de amistoso de poco rango hasta en las gradas. Tan poco ilusiona el equipo español, decadente desde el pasado Mundial, que ya no es capaz de llenar ni el Carranza, templo futbolero que no visitaba desde dos décadas. Lo peor de España ya no es que juegue mal, sino el sentimiento de indiferencia que genera en la hinchada. Desde el varapalo ante Francia, el español es un equipo perdedor, sin fe en sí mismo ni en el entrenador. Necesita algún revulsivo con urgencia. En el día de los experimentos, Luis se equivocó a la hora de los cambios. Se cargó el centro del campo y regaló el partido cuando reemplazó del tirón a Xabi Alonso y Cesc en el descanso. Apenas tenía dudas pero ya sabe a ciencia cierta que para los compromisos de enjundia volverá a echar mano de sus clásicos, lo que tampoco garantiza nada más que incertidumbre. De salida, Luis alineó un equipo ordenado, que hizo un juego aseado pero sin chispa, ritmo, ni pegada. Situó a los jugadores en su lugar natural. Positivo ver a Xabi Alonso como único medio centro, no rodeado de compañeros que sólo le tapan los espacios, y a Cesc como vértice del rombo. España tuvo una buena salida del balón y distribuyó bien los espacios. Pero ese interesante ensayo careció de continuidad. Los rumanos cerraron los espacios desde el principio pero sin presionar, sin atosigar, sin intimidar. Infame la actuación de la selección en la segunda mitad. Con Senna y Oubiña, había algo más de músculo pero mucho menos fútbol. Los rumanos, encantados de no sufrir apenas atrás, vieron el cielo abierto con este craso error de Luis a la hora de mover el banquillo y se dieron cuenta de que podían ganar. Marica ya no perdonó más y España fue incapaz de responder. Incluso Iker Casillas salvó una derrota mayor al desviar un golpe franco de Chivo. Era igual, en Cádiz ya se jaleaban con olés los pases rumanos y se acordaban del carnaval al grito de «esto sí es una chirigota».

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