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Los maizales se han convertido en el hábitat preferido del jabalí

El cochino se ha id o introduciendo en los cultivos de maíz hasta llegar a estabilizarse en ellos

Publicado por
Pedro Vizcay - león
León

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Cuando hace algunos años el maíz comenzó a ser prácticamente un monocultivo en las zonas de regadío del Páramo y las riberas del Órbigo y del Esla el jabalí se introdujo de forma paulatina en las enormes manchas de este cultivo convirtiéndolas en un hábitat inestable, ya que su hábitat tradicional seguían siendo las zonas montañosas boscosas y de monte bajo, donde encontraba su alimento habitual en forma de hayucos, bellotas y otros frutos del bosque. De esta forma se establecían dos zonas claramente definidas, una estable en la que pasaba la primavera y gran parte del verano y otra inestable a la que bajaba acuciado por el hambre durante el otoño y el invierno. Sobre el mes de marzo o abril las cosechadoras le desalojaban al destruir su refugio. Las primeras invasiones de «cochinos» no dejaban de producir sorpresa y curiosidad para unos cazadores, acostumbrados a la caza menor, que veían invadido el territorio en el que solo había liebres y perdices. Los daños ocasionados en los cultivos llevaron a autorizar batidas y aguardos nocturnos con resultados espectaculares, no tanto por el tamaño como por la cantidad de reses abatidas. Paralelamente comenzó a surgir otro problema: los accidentes de tráfico provocados por estos animales, en carreteras habitualmente rectas, donde los vehículos circulan a bastante velocidad a diferencia de las vías de montaña. Sin embargo, y con el paso del tiempo, las manchas de maíz se han convertido en un hábitat estable en el que permanecen la mayor parte del año. Este hecho, unido a la frecuencia de accidentes de tráfico, ha provocado que muchos acotados de caza menor estén considerando introducir al animal en sus planes cinegéticos para poder así cazarlo sin necesidad de autorizaciones especiales. De hecho, tal y como consta en algunas renovaciones de cotos, el jabalí ya aparece entre las especies cinegéticas de forma que procede autorizar un número determinado de ganchos de acuerdo con la superficie y las previsibles poblaciones de cochinos. El mayor problema Lo que sigue no solo sin resolverse sino empeorando es el tema de los accidentes. Cuando la nueva ley de tráfico parecía haber puesto las cosas en su sitio, las interpretaciones de los jueces, al menos en León, siguen responsabilizando a los cotos de los daños causados. Incluso en medios federativos se comenta que existe un acuerdo tácito entre los responsables judiciales en este sentido. A nadie se le escapa que hace falta retorcer la interpretación de la Ley para determinar que cuando está establecida la veda, o por la noche, se está ejerciendo la acción de cazar. La mayoría de cotos están pidiendo, casi exigiendo a la Federación de caza, que se persone en los juicios y recurra hasta donde sea necesario para que se respete la voluntad del legislador. Ocurre, sin embargo, que hasta la fecha las compañías de seguros prefieren pagar una avería de mil euros antes de meterse en costosos pleitos. Una sentencia favorable del Supremo, que podría lograrse con una defensa adecuada, crearía jurisprudencia y evitaría los problemas y los enormes gastos de los pequeños cotos. ¿Qué ocurriría si todos los cotos renunciasen a cazar y se dieran de baja durante un año? ¿Quién pagaría los accidentes? Además éstos serían, lógicamente, mas frecuentes. En los últimos días los siniestros se han disparado. Cuatro en una sola semana en un coto de la carretera de Zamora. En Villadangos se ha producido otro especialmente grave, ya que hay daños personales y la cuenta puede ascender a varios millones de las antiguas pesetas. El alto precio del maíz está empujando a cosechar incluso en condiciones extremas. Allí donde puede entrar la máquina se está cosechando y las consecuencias son que los jabalíes se están moviendo de unas manchas a otras. ¿Tendrán que seguir pagando los cazadores esta circunstancia?

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