El severo control de los predadoresgarantiza la actividad cinegética
Zorros y jabalíes constituyen en la provincia las principales especies sometidas a vigilancia
Se acerca el final de la temporada de caza menor. Una vez concluida, los cotos de caza se enfrentan a la tarea imprescindible de controlar a los depredadores para garantizar que no causen un daño irreparable en las especies cinegéticas, especialmente en su época de cría. El importante retroceso de las poblaciones de perdiz y liebre ha venido coincidiendo con el incremento relativo en las poblaciones de córvidos y urracas y el espectacular del zorro, el más astuto de los depredadores. El conejo de monte, pieza fundamental en la dieta de los predadores, se está cazando bien esta temporada, pero ha desaparecido de muchas zonas. La drástica reducción de las poblaciones de este roedor supone que los raposos, dotados de extraordinario olfato e instinto cazador, vuelquen su actividad sobre las perdices, sus nidos y pollos y las liebres con sus gazapos. La ausencia de lluvia en las dos últimas semanas ha permitido avanzar rápidamente en la cosecha del maíz, por lo que las batidas al zorro se están adelantando. El zorro puede encontrarse en su madriguera, de donde se le saca con mucha dificultad siempre que se disponga de perros adecuados. En los campos de maíz suele encontrarse encamado o simplemente escondido. Aquí se utilizan perros de rastro, sabuesos, grifones y a veces podencos o determinados cruces que combinen olfato y agarre. La caza resulta espectacular, ya que en el momento que los perros olfatean un rastro, que de por sí es muy fuerte, se producen emocionantes «ladras». El zorro puede burlar a los perros y volver sobre sus propios pasos, de forma que es preciso cubrir la retaguardia. En otras ocasiones se percata de la presencia de cazadores en el borde del maizal y se resiste a salir. En campo abierto es una presa fácil, pues no se mueve con excesiva velocidad. A corta distancia basta utilizar perdigón del doble cero para abatirlo. En todo caso, y según los cálculos más optimistas, apenas llegan a eliminarse uno de cada tres cánidos, y la prueba es que al año siguiente vuelven a cazarse prácticamente los mismos. Además del zorro los grajos y urracas, que en ciertas zonas alcanzan poblaciones estimables, pueden resultar muy dañinos para la caza menor. Las batidas sobre estas aves suelen autorizarse en época de nidificación. Para el control de predadores la Junta de Castilla y León está ensayando novedosos sistemas de captura. Control de daños Este es otro apartado que preocupa especialmente a los cotos de caza que se ven obligados a indemnizar a los agricultores o ganaderos cuando los daños son evidentes. Aquí el principal causante es el jabalí que, al igual que el zorro, se ha beneficiado del cambio de cultivos con la implantación del maíz. Pero además el jabalí ocasiona también multitud de accidentes de tráfico con daños a vehículos que a pesar de la vigente normativa los jueces interpretan que deben abonar los titulares de los Cotos. Hasta el día 15 de febrero estará abierta, en los acotados que tienen este animal en su plan cinegético, la caza del jabalí. A partir de esa fecha tan solo se autorizarán batidas o aguardos nocturnos por daños. En los últimos años son muchos los acotados que, a la hora de renovar las autorizaciones, introducen al jabalí como especie cazable. Ello se debe precisamente a la invasión que el animal está realizando en las manchas de maíz que antaño se sembraban con otro tipo de cultivos como remolacha o trigo y que, desde el punto de vista cinegético, sólo albergaban poblaciones de caza menor. Los agricultores, que en muchos casos también son cazadores, no acostumbran a reclamar daños en las zonas donde el maíz es casi un monocultivo, por lo que los daños están muy repartidos. Si que lo hacen en otras zonas, próximas a manchas boscosas, donde el «cochino» centraliza su actividad en unas pocas fincas. En estos casos las compañías estiman el porcentaje que los daños han podido ocasionar sobre el cultivo que puede llegar a ser de hasta un 20% y se lo abonan al agricultor que luego procede a cosechar la finca.