Diario de León

La temporada de caza menor diceadiós al 2006 con balance positivo

En la montaña se ha echado en falta la nieve aunque se coincide en que se caza mejor

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Pedro Vizcay - león
León

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Aunque la temporada de caza menor no finalizará oficialmente hasta finales de enero resulta inevitable realizar un balance a estas alturas, cuando son bastantes los acotados que, pasada la Navidad, la dan por concluida. En sus comienzos vino marcada por adversas condiciones climatológicas, con fuertes lluvias que hicieron el terreno intransitable. En la recta final, y gracias a la ausencia de precipitaciones y fuertes heladas, los aficionados pudieron pisar el campo sin atollarse del todo en el barro, lo que permitió mover los bandos de perdiz que, hasta ese momento, habían estado intratables. La liebre, sin embargo, ha ido de más a menos y apenas se están viendo en las últimas jornadas. A partir de ahora y hasta mediados de febrero la actividad cinegética se centrará en la caza del jabalí, abundante esta temporada. Volviendo a la perdiz, reina de la caza menor, resulta destacable que en estas últimas jornadas el porcentaje de machos está siendo muy alto. Esto podría incidir de forma negativa en la reproducción, ya que los animales del sexo masculino que queden sin emparejar se mostrarán muy agresivos, molestando en las puestas de huevos y pudiendo llegar al extremo de destrozar los nidos. En todo caso el número de aves que están quedando es suficiente, si la primavera resulta favorable, para garantizar unas poblaciones estables, siempre dentro de la precariedad de las últimas temporadas y al menos en los acotados más perdiceros. En la montaña, y pese a que un año más no ha podido cazarse la perdiz parda, la temporada ha resultado aceptable. Los acotados que han realizado siembras selectivas y que han controlado las alimañas han tenido perdiz para divertirse. También, y aunque tarde, se aprecia una notable entrada de chochas, si bien la distribución de esta ave resulta muy irregular en la montaña leonesa y puede darse la circunstancia de que entre de forma masiva y desaparezca en pocos días de igual forma. Se echa en falta la nieve, que otros años cubría generosa la montaña por estas fechas. Su ausencia está facilitando la práctica de la caza menor, pero está perjudicando la caza del jabalí pues no se ve desplazado y no se concentra en las zonas bajas. Aves acuáticas y liebres Nunca como al principio de esta temporada se han podido ver tantas aves acuáticas, especialmente ánades reales. No solo en las proximidades de los ríos, sino también en plena estepa cerealista, los azulones han hecho acto de presencia allí donde aflora una pequeña charca o reguera, cuando mas en este año con el campo convertido en un pantanal. Ahora, cuando se cosecha el maíz, resulta frecuente ver a los «curros» lanzarse sobre los campos recién cosechados como si de palomas se tratase. La explicación de esta abundancia hay que buscarla por una parte en la enorme capacidad reproductiva de estos ánades, que efectúan puestas de hasta dieciocho huevos y pueden en condiciones favorables sacar adelante dos polladas. Por otra en su adaptación a los cultivos de maíz, donde encuentran alimento fácil y rico en proteínas. Pasadas las primeras jornadas, sin embargo, se muestran excepcionalmente esquivos y ya no son tan abundantes salvo determinadas entradas de cercetas y otras aves de paso hacia el sur. En cuanto a la liebre la situación ha sido muy irregular. Relativamente abundante al principio fue escaseando de forma paulatina hasta el extremo de que en estos últimos días de caza resulta bastante difícil arrancar alguna rabona. La abundancia de lluvias que encharcaron el terreno e impidieron cazar la perdiz a rabo, determinaron que muchos aficionados se dedicaran a buscar la liebre para justificar la jornada de caza y este hecho ha podido influir en el cómputo global bastante pobre. El conejo de monte, por otro lado, mantiene un aceptable nivel hasta la fecha sin que la mixomatosis o la hemorragia vírica le hayan afectado sensiblemente en las zonas donde todavía proliferan.

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