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Balonmano | El banquillo

Juan Arias: «Cadenas era el primero pero él dijo que tenía otras opciones»

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G. Fernández - león
León

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El presidente del Ademar, Juan Arias, quiso ayer puntualizar algunas de las apreciaciones que expuso el técnico, Manolo Cadenas, en una amplia entrevista publicada por este medio el pasado martes. En una de sus respuestas, Cadenas señaló que no había percibido en el club -y tampoco en él- la convicción de siempre para continuar. «El fue siempre nuestra primera opción y así se lo dijimos, pero él nos comentó que tenía otras posibilidades y que quería valorarlas. El club esperó hasta el límite, pero la decisión de no renovar fue suya». Cadenas apuntó asimismo que echaba de menos en el club la figura de un director gerente que se ocupase de ver jugadores en diferentes torneos y estuviese al tanto de todos los asuntos concernientes a la primera plantilla. «Contar con esa figura es muy complicado. Si quieres un manager general realmente bueno hay que pagarle mucho dinero y el presupuesto del Ademar es ajustado». Arias añadió que al comienzo de su etapa en el club ya se intentó incorporar la figura de un director general pero fue una iniciativa que no llegó a cuajar. «No funcionó porque no generaba recursos y abandonamos esta idea», subrayó. Además, Arias quiso indicar que, en lo que respecta al Ademar, era al propio Cadenas al que le gustaba controlar todo el tema deportivo y el capítulo de fichajes, por lo que un gerente con competencias plenas en materia de fichajes no tendría mucho sentido. «Hay muy pocos directores técnicos y muy pocos clubes pueden pagarlos». Respecto a la necesidad de planificar con mucha más antelación todo lo relativo a renovaciones y fichajes, Arias fue rotundo: «¿Cómo lo hacemos?, porque aquí recibimos las subvenciones año a año y, como directivo, debo saber antes las subvenciones con las que cuento. Y si no tuviésemos los fondos previstos, ¿quién los iba a poner, el entrenador?». «Y sobre todo -sentenció-tengo muy clara una cosa: cuando me marche no dejaré a este club en la quiebra ni con un pufo de mil demonios».

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