Diario de León

Diego Ribera se va dolido pero dice que todo es obra de la ley del fútbol

Berto tuvo que hacer las maletas porque Simón Pérez no contaba con él

Berto tuvo que hacer las maletas porque Simón Pérez no contaba con él

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R. Díez - ponferrada
Ponferrada

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Es una ley no escrita. En ningún manual se pueden ojear sus párrafos, pero los profesionales del balón se ajustan con resignación a sus principios. Así de simple y así de complicado a la vez. Diego Ribera sabe que el fútbol no tiene memoria y por eso ayer se manifestaba resignado a un final que no hace justicia a los méritos que contrajo en el club que ahora prescinde de sus servicios. Su marcha puede considerarse como el último servicio del valenciano hacia la entidad blanquiazul con la que se reencontró con el fútbol profesional. Diego se va porque no sirve para estar comiendo pipas en la grada durante medio año y porque no se siente importante en un grupo al que no puede aportar nada. Prefiere jugar y por eso viaja a Orihuela en busca de nuevos retos. Se marcha sin rencor porque lleva muchos años en esto, los suficientes para comprender los parámetros en los que se mueve este deporte o este negocio, según como se mire. En cierto modo tiene razón porque si él presenta una oferta suculenta de un club superior, como en su día ocurriera con Miguel García, Aiert Derteano o Vicente Fidalgo, por citar sólo algunos ejemplos, la Deportiva le abriría las puertas como lo hizo entonces. Otra vez la ley del fútbol. En lo que concide Diego con todos aquellos se fueron antes que él, es en el cariño que le profesa a este club y a esta tierra en la que deja «amigos de verdad». Decía el de Ribarroja ayer en la sala de prensa mientras anunciaba su adiós definitivo que volverá cuando sus obligaciones se lo permitan porque su paso por El Bierzo le ha marcado tanto a él como a su esposa. Para los aficionados también queda un punto de nostalgia. Fueron tantos momentos felices que sería difícil quedarse con uno, pero quizá siempre se recordará (especialmente por los que estuvieron allí) aquel control imposible con asistencia sobre Asier para abrir el marcador ante la Universidad. Suerte.

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