Por culpa de otra decisión arbitral más que discutible, Risso y Nabil no tuvieron continuidad sobre el campo

La llegada de Nabil Baha había relegado al banquillo al delantero habitual de toda la primera vuelta, que era Ignacio Risso. Las condiciones en que se desenvolvió el pasado encuentro del Toralín ante el Albacete no hizo posible la coincidencia de los dos arietes sobre el terreno de juego. Pero ayer el encuentro proponía otra disposición. Los bercianos estaban perdiendo y no eran capaces de llegar con la fluidez que el técnico deseaba ante el marco de Juan Pablo. Eso le llevó a introducir el primero de los tres cambios que realizó ayer, sin econtrar los frutos apetecidos, por cierto. El caso es que un desdibujado Fran abandonaba el terreno de juego cuando se llevaban veinte minutos del segundo tiempo. Ignacio Risso ocupó su lugar y esto llevó a Rubén Vega a la banda derecha para dejar a Nabil y el recién incorporado en posiciones más avanzadas. No es que fuera la mejor opción para variar las cosas porque para entonces el Numancia ya estaba haciendo gala de su experiencia para manejar el partido que marchaba en ventaja para ellos. Llegar arriba no era tarea fácil, pero Pichi pensó que la entrada del uruguayo podía darle otras alternativas. Pasaban los minutos y las cosas seguían pintando mal para los blanquiazules cuando surgió lo inesperado. Risso se dispone a disputar un balón aéreo con el centrocampista local Julio Álvarez, y el árbitro sorprende a todo el mundo echando mano a su bolsillo y mostrando la cartulina roja directa al delantero deportivista. Risso abre los brazos como pidiendo una explicación y el asturiano Piñeiro Crespo da a entender que el atacante había soltado del codo en esa acción que, por cierto, no reportó lesión alguna a su rival en el lance. Pese a las protestas de los bercianos, Risso tuvo que marcharse a la caseta antes de tiempo y al Numancia le resultó más sencillo aguantar la ventaja hasta la conclusión del choque.