El espejo del resto del Barça
La situación de Ronaldinho se puede extrapolar a gran parte de la plantilla. Las comparaciones no engañan. El Barça ya no presiona a la defensa adversaria. Es incapaz de aguantar un ritmo elevado poco más de diez minutos. Y su resistencia física es tan pobre que cualquier equipo de entidad le bloquea desde una buena defensa, con la única base de una envidiable colocación táctica. En esa tesitura, los azulgrana son incapaces de aumentar el ritmo para desarbolar la tela de araña montada por el rival. Además, cometen fallos de concentración garrafales que les colocan en una desventaja que nunca pueden revertir. Algunos acompañan este bajón físico con una expresa falta de motivación. Una cuestión más difícil de analizar. En cambio, una simple mirada con detenimiento basta para comprobar la mala planificación de los preparadores físicos azulgrana. Paco Seirulo y Albert Roca, que tan buen trabajo han hecho en temporadas anteriores, han errado en sus teorías porque el equipo está en un pésimo estado en el momento más decisivo del año. Una situación de difícil solución cuando el equipo encadenará varias semanas con un partido cada tres días.