Eliminado en diez segundos (2-1)
Un error de Roberto Carlos aniquiló el defensivo plan de Capello, dio vida a un mal Bayern y obligó al Madrid a remar contracorriente en un partido que acabó con gol anulado a Ramos Un Barce
Diez segundos. Un par de décimas más de lo que tarda el jamaicano Asafa Powell en batir el récord del mundo de 100 metros (9.77) es lo que necesitó el Real Madrid para hacerse el harakiri, echar por tierra el ultradefensivo plan de Capello y, salvo milagro en Liga, consumar su cuarta temporada sin títulos. Tuvo todo un partido por delante para volver a poner a su favor la eliminatoria, luchó hasta el final ante un Bayern menor, pero estaba condenado porque este equipo no tiene fútbol ni pegada. Los blancos sacaron de centro, Roberto Carlos hizo el peor control de su vida, Salihamidzic se internó y Makaay no perdonó. Ni en prebenjamines puede verse algo semejante. Increíble pero cierto. Gol récord Peor arranque imposible. Más laureado que nadie, el Madrid también pasaba a la historia por encajar el gol más rápido de la Champions. Otro logro en el debe de Ramón Calderón, de Capello y de Roberto Carlos, que todavía reclama la renovación. El técnico italiano podrá quejarse otra vez del árbitro, que al borde del final, tras pitar un penalti de Lucio a Robinho anuló un gol a Sergio Ramos por una mano previa, pero no tiene excusas para justificarse. Apostó por defender la exigua renta y reaccionó tarde. Pese al arreón final, si no es por Casillas el Bayern pudo golear. Y eso que es el peor campeón alemán que se recuerda. Golpeado moral y estratégicamente, el Madrid quedó obligado a remar contracorriente para salir a flote. Como siempre en la vida, había una lectura positiva de tan triste inicio. Con el planteamiento de su técnico, que apostó por tres hombres en el centro, Gago, Diarra y Emerson, prescindió de Guti y regaló las bandas, ese Madrid estaba condenado a la derrota. Y puestos a ser prácticos, mejor recibir un gol con todo el partido por delante que hacerlo en el minuto 88, como profetizó el ogro Kahn. El caso es que con Guti el Madrid se peleó algo menos con el balón. Pero hubo que esperar 42 minutos para ver una pared y una ocasión de peligro visitante, protagonizada por Guti. Incapaz de aprender la lección, el Madrid salió igual de dormido en la reanudación, ya con Cassano. Esta vez fueron 30 segundos los que requirió Van Bommel para encarar a Iker, de nuevo soberbio. El partido seguía vivo porque, ciertamente, el Bayern era incapaz de liquidarlo. En dos acciones aisladas, Cassano y Van Nistelrooy silenciaron Baviera. Hasta que llegó un córner absurdo, regalado por Roberto Carlos y Ramos, y un remate franco de Lucio. Una dura derrota maquillada por el penalti que transformó Van Nistelrooy y ese gol anulado que se utilizará como pretexto. El Madrid estaba muerto, una muerte anunciada.