Diario de León
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Fabio Capello es consciente de que el tren de su continuidad pasa por el Camp Nou y afronta un nuevo match ball en su tortuosa temporada en el banquillo blanco, pero ayer insistió en que, ocurra lo que ocurra en el Barça-Madrid, no dimitirá. Volvió a dejar su futuro en manos de Ramón Calderón, que en caso de debacle en Barcelona no podrá esperar más para destituir a un técnico que desde hace un mes no cuenta con la confianza de la directiva y no tiene apoyos en el vestuario. Ni siquiera Mijatovic pudo garantizar tras la derrota en Múnich que Capello se sentaría en el banquillo del Camp Nou. El italiano sí ha conseguido llegar al derbi, pero, pese a las dudas que mantiene el presidente, su puesto depende del resultado y la imagen que dé el Madrid en el estadio azulgrana. Capello no se considera el único responsable de la crisis del Madrid -«ganamos y perdemos todos», reconoce- y no piensa renunciar a su cargo ni a los nueve millones de euros limpios que se embolsaría en caso de ser destituido. «No me iré. Tendrá que ser el presidente el que me eche», dijo la víspera de enfrentarse al Barça, durante una conferencia de prensa ininteligible durante muchas fases. Volvió a demostrar que no tenía demasiadas ganas de hablar, pero sí desmintió que viva un infierno en el Madrid y aseguró que se siente «capaz de seguir» y recuperar al equipo, sin descartar siquiera la Liga, aunque el equipo pierda ante el Barça: «Faltan muchos partidos y nunca se puede descartar nada». Cuando se le pidió su opinión sobre el finiquito que ya le tiene preparado el Madrid, anunciado por Calderón en una emisora, prefirió echar balones fuera: «No escucho la radio. Hay algo más importante de lo que hablar, que es el partido de mañana». A este respecto, se mostró optimista para dar la sorpresa en Barcelona. Incluso opina que su equipo llega con una ventaja psicológica al Camp Nou, «porque lo que hizo el Madrid en Múnich fue muy importante, ya que luchó y jugó hasta el final». Al igual que ocurrió la noche del miércoles, se le volvió a preguntar si se sentía fracasado al frente del proyecto madridista, y contestó de igual manera: «Está claro que no estamos contentos». Lo que sí resultó sorprendente es que asegurase que Emerson también estaba lesionado el día del Madrid-Bayern del Bernabéu y que por ello no saltó al campo. Es decir, que no hubo pacto entre Capello y Emerson y que el brasileño no se negó a jugar los últimos minutos. Más grave aún si le obligó a sentarse en el banquillo lesionado, igual que el día del partido de Liga contra el Zaragoza.

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