Los tambores de León tronaronLa gran fiesta del balonmanoAlgunos fallos técnicos

La otra semifinal de la Copa del Rey se vivió unos metros alejada de la pista. En la grada había dos bandos bien diferenciados, de una parte los leoneses ocupando toda una esquina del nuevo y flamante pabellón que el Ayuntamiento de Altea construyó en un tiempo record de 150 días para convertirlo en el mejor escenario posible de esta edición de la Copa del Rey. Unos metros más allá el lateral estaba copado por los blanquirrojos seguidores del Algeciras. Un animoso grupo que venía muy motivado por la inesperada victoria de su equipo el pasado miércoles ante el Portland, actual líder de la liga española y firme candidato a ganar la Liga de Campeones. En los preámbulos del partido las dos hinchadas rivalizaron en animosidad; las dos aplaudían, tocaban sus tambores, enarbolaban sus banderas y ponían en escena todo su repertorio sonoro para animar a su equipo y contribuir al magnífico ambiente que en la tarde de ayer se vivió en el Palacio de Deportes Costa Blanca Villa de Altea. Pero pronto los andaluces agrupados en la peña conocida como Infierno Algecireño empezaron a enmudecer a medida que los goles del Ademar iban abriendo una brecha en el marcador que ya todo el mundo entendió que era insalvable. Por el contrario, los tantos de Perales, Entrerríos, Jakobsen iban inyectando dosis directas de alegría en los cerca de 200 aficionados leoneses que ayer acudieron como siempre a dar todo su respaldo al Ademar en su lucha por la Copa. El nuevo y coqueto pabellón de Altea fue ayer el mejor escenario para convertir las semifinales de la Copa del Rey en la gran fiesta del balonmano. Como único pero abría que añadir algunos pequeños fallos técnicos en el pabellón como los apagones que sufrieron los marcadores luminosos. Central Portero Lateral Lateral