Testigo directo del cambio climático

El cambio climático ya está haciendo estragos y sus consecuencias se notan también en el ámbito deportivo. Una de las disciplinas en las que mejor se observa el calentamiento del planeta es, quizás, en el montañismo, pues es una de las que mantiene un contacto más estrecho con la naturaleza. El deshielo, los efectos de la contaminación y las altas temperaturas que caracterizan al efecto invernadero se notan sobre todo en las montañas y sobre todo en las más altas. El aventurero leonés Jesús Calleja sabe bien de qué se trata este cambio y él mismo ha sido testigo directo en las últimas expediciones que ha realizado dentro del proyecto Desafío Extremo -diez actividades de máxima dureza y de naturaleza distinta que le ha llevado a recorrer en los dos últimos años buena parte del planeta-. Asegura que los efectos de esta enfermedad que asola al planeta los ha notado especialmente en el último desafío que no pudo completar con éxito: el Aconcagua. En su particular intento de asalto a esta mítica cumbre de 6.959 metros de altura vivió la furia del calentamiento global. «Todos los días noté el cambio a lo bestia», explica. «Me he llegado a encontrar con glaciares que se han retirado más de medio kilómetro en los últimos quince años, es algo brutal». Comenta que antes de que estos efectos se sintiesen con tanta intensidad, hace tan sólo algunos años, «la climatología era más estable, pero ahora las estaciones no cuadran». Algunas experiencias Entre sus muchas experiencias, Calleja relata una concreta: «En la región tibetana de Ladakh el año pasado hubo lluvias torrenciales y nieve a lo bestia, mientras que este año el desierto se ha convertido en un mar a causa de las borrascas». Unos efectos «que ni el más viejo del lugar ha visto en su vida», asegura el leonés. En su crónica del Aconcagua, a donde acudió con su hermano Kike hace poco más de dos meses, explicaba que «el cambio climático es aquí más llamativo, pues hay una ausencia total de nieve y están prácticamente agotados los neveros de donde nos proveemos para obtener el agua». Y no sólo esto, sino que los cambios se radicalizan cada vez más. «En la Antártida, un día se paró el viento de repente y podías estar en chichas a 3.000 y 4.000 metros de altura, con unas temperaturas rarísimas con unos cambios radicales», relata. Calleja asevera que «es un tema demasiado alarmante como para contarlo todo, por eso se habla del cambio climático como una noticia, pero no sabemos ni una pequeña parte de lo que ocurre realmente».