Diario de León

Un poco más cerca del abismo (2-2)

La Deportiva sólo empata con el Málaga y ve reducidas sus posibilidades de permanencia Pichi Lucas: «Cuando no ganas, intenta sumar. Seguimos con las mismas opciones»

Publicado por
Ramón Díez - ponferrada
Ponferrada

Creado:

Actualizado:

La realidad empieza a golpear de bruces en el rostro de la Deportiva. Las matemáticas se convierten en uno de los pocos argumentos que le resta a un equipo cuya continuidad en Segunda División se ha visto más complicada con el empate frente al Málaga, el penúltimo salvavidas que les quedaba a los bercianos, una vez rechazado el de Elche hace ocho días. Ahora sólo cabe apelar a una heroica que en esto del fútbol pocas veces suele resultar práctica. Eso y que los demás echen una mano, aunque en estas circunstancias ya es absurdo preguntar lo que han hecho los otros si tú ni siquiera eres capaz de ganar en casa. Así es la vida, así de dura y así de bonita porque lo mejor del partido de ayer en El Toralín fue, sin ningún género de dudas, el fenomenal ambiente que pusieron ocho mil aficionados repletos de ilusión que se merecen, esos sí que se lo merecen, seguir disfrutando de esta categoría. Los tiempos de lágrimas se están aproximando y al final son siempre los mismos los que más lo sienten. Cuesta tanto llegar aquí que se multiplica por el infinito el dolor de la despedida, pero ahora es tiempo de esperanza, de matemáticas y de seguir echando el resto hasta que la tragedia se consume. Ayer en El Toralín el partido se puso de cara bien pronto, gracias a un Nabil Baha que aprovechó la cesión de Fran para batir a Goitia a la media vuelta en una fenomenal maniobra. Pasaron muchos minutos hasta que se volviera a mover el marcador, tantos que hasta podía soñarse con un triunfo vital para seguir albergando esperanzas. Pero cuando el reloj se iba a los veinte minutos de la continuación, un despiste defensivo (otro más) dejó una brecha en el área por la que cabalgó Couñago para centrar raso antes de que Hidalgo pusiera la igualada. Duro golpe que se engrandeció mucho más cuando Bornes, al querer despejar el balón tras un disparo de Calleja, lo pone dentro de su portería. Quedaba un cuarto de hora y un equipo desolado física y mentalmente debía obrar el milagro de la remontada. Apretó la grada, lo percibió el equipo y así, un centro de Rubén Vega, que esta vez salió desde el banquillo, fue alcanzado por Risso en un escorzo impensable que llevó el cuero a la red. Había tiempo, había fuerza en la grada pero faltaba en el campo, por ambos lados. Fin de la historia.

tracking