Diario de León

DESDE LA GRADA

En la cima del Gólgota balompédico

Publicado por
DOMINGO SHANKLY
León

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AHORA que ha pasado la Semana Santa, la Deportiva acaba de alcanzar la cima del Gólgota. Pero la salvación -perdonen el descreimiento- parece más que nunca una quimera. Frente al Málaga se repitió de nuevo la historia. Por más que pueda resultar un empecinamiento contradictorio, la Deportiva no jugó ni mucho menos su peor partido, pero perdió dos puntos. Sin deslumbrar, con Fran refulgiendo intermitente en la banda derecha y dibujando contadas diagonales, los blanquiazules superaron ampliamente a los boquerones en una primera parte en la que el Málaga demostró porque ocupa un lugar tan triste en la tabla. No fue tanto mérito de Borreguero o de Nacho robar el balón en el medio campo como de la desidia de los centrocampistas malagueños. Ya lo decía Johan Cruyff, cualquiera sabe jugar al fútbol si le das cinco metros de espacio. La Ponferradina, como si se tratara de un ritual macabro para su afición, no parece que sea capaz de tramitar con holgura ni un choque que se pueda vislumbrar relativamente sencillo. Por eso en los cuarenta y cinco segundos minutos decidió llevarle la contraria al mismísimo Johan y otorgarle cinco y hasta diez metros a los centrocampistas malagueños, favorecidos también por la presencia del Chengue, fijando no sólo a los centrales sino incluso a unos laterales demasiado reservones. Nacho volvió a naufragar una vez más en la banda. No se desdobló ni por una apuesta -lo mismo que los centrocampistas blanquiazules que apenas se descuelgan para tratar de sorprender- y perdió brutalmente la atención en la acción del gol de Bornes en propia meta. Raponi especuló hasta la extenuación, poniendo en riesgo muchos balones en zonas críticas por su obsesión de culebrear en vez de entregar la bola de cara. Y Rubio estuvo sin confianza en las salidas desde el primer fallo en el despeje. Rubén Vega tardó demasiado en saltar al césped. El empate, siguiendo el patrón de toda la temporada se tratase, no lo marcó Risso. El balón lo empujó a la red el grito unánime y refractario siempre a la rendición de una grada que sólo puede compararse a la del Carranza o a la del Molinón. Con el mérito adicional de haber acompañado al equipo hacia el Calvario, creyendo en Pichi con una fe inquebrantable. Cunde la decepción. Pero bastará un triunfo pírrico en Valdebebas para reilusionarnos.

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