Eolo se revuelve contra Valencia
La falta de viento destapa la peor paradoja de la competición: las más altas tecnologías y los años de estudios al servicio de la meteorología se van al traste
La falta de viento durante las dos primeras jornadas de la ronda clasificatoria de la Copa Louis Vuitton ha destapado la peor de las paradojas de la competición, ya que las más altas tecnologías y los años de estudios al servicio de la meteorología se van al traste por los caprichos del dios Eolo. Pese a las inversiones millonarias que mueve la Copa del América, la competición más antigua del mundo está expuesta como cualquier otro orden de la vida a un factor tan imprevisible como las condiciones meteorológicas. Durante dos días consecutivos, los equipos se han echado al agua conscientes de que las previsiones de viento no eran las más favorables -flojos y variables- y con la esperanza de poder competir, aunque han tenido que regresar a sus bases sin haber podido iniciar la todavía la Copa Louis Vuitton. Algo tan intangible como una ráfaga, un cambio de dirección o la ausencia de viento desafían constantemente los esfuerzos de los especialistas por predecir el comportamiento del viento y poner los datos al servicio de los equipos con el único fin de que su barco sea el más rápido y consiga la victoria. Contar con los programas más sofisticados para estudiar las condiciones más probables de viento en el campo de regatas les permite diseñar con más precisión los barcos para cada condición posible, además de proporcionar una predicción meteorológica diaria lo más exacta posible, algo fundamental en esta competición. Saber por anticipado la fuerza y dirección exacta del viento en la salida, por qué lado del primer tramo de ceñida (contra el viento) soplará o cuando se producirá la primera rolada es necesario para establecer una estrategia, pero también son factores que escapan al poder de predicción de los meteorólogos, que se limitan a suponerlos con cierta base científica. En cualquier caso, la falta de viento hunde todos esos esfuerzos y la inversión para tratar de buscar la mayor precisión posible en las predicciones y hace inútil la ayuda de la organización con el MDS (servicio de datos meteorológicos), a través de las 21 boyas distribuidas en el campo de regatas. Todo ello convierten a seiscientos kilómetros cuadrados de mar junto a Valencia en la porción de agua más estudiada del mundo. A través de tecnología GPRS, este sistema, diseñado y patentado por ACM para la 32 edición de la Copa del América, transmite a todos los equipos en tiempo real datos sobre la intensidad y dirección del viento, temperatura del agua o la altura de las olas, que les permite configurar sus propios modelos meteorológicos. En días como el de ayer, la flota tiene que sufrir en el mar durante horas a la espera de que los designios de Eolo sean favorables y poder batirse en duelo con su rival en las regatas o hasta que el Comité de Regatas tome la decisión de suspender las pruebas, como ha sucedido en los dos últimos días. En ese momento llega la hora del regreso a la base con la sensación de que se ha perdido un día, en el que el trabajo y la concienzuda preparación con la que se sale a competir se han desaprovechado y con la esperanza de que al día siguiente haya viento para poder navegar.