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Los embalses, una alternativa de pesca a principio de temporada

En estas fechas la situación de los ríos no parece ser todavía la más adecuada para la pesca

Un niño se inicia en el deporte de la pesca en las orilla del embalse de Los Barrios de Luna

Publicado por
Pedro Vizcay - león
León

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La temporada de pesca en lo que a la trucha se refiere suele comenzar el primer domingo de abril en la provincia de León. En estas fechas la situación de los ríos no parece ser la mas adecuada, con aguas frías procedentes del deshielo y niveles altos, incluso frecuentes riadas. Esto lo saben muy bien los pescadores que intentan adaptarse a las circunstancias sabiendo que lo mejor llegará a partir de mediados de mayo y junio, cuando los ríos conserven todavía un caudal aceptable y la temperatura del agua se sitúen entre los catorce y dieciocho grados, que es cuando la trucha adquiere mayor actividad. La mayoría de aficionados a la pesca prefieren los cursos fluviales a los pantanos, en cuyas aguas la pesca resulta mas aburrida. Pero es en estas aguas cuando a principio de temporada se consiguen mas y mayores capturas, ya que las condiciones para la práctica de la pesca son más adecuadas. Normalmente, y salvo condiciones climatológicas extremas, los embalses se llenan durante el invierno y primavera comenzando a desembalsar al comienzo de la temporada de riegos que se inicia a mediados de mayo y entra en su fase mas importante a partir del mes de junio. Mientras el vaso está embalsando la trucha busca el alimento de orilla, especialmente en las réculas que se van anegando. La temperatura del agua en superficie puede alcanzar en esta época los doce o trece grados, mucho mas adecuada que la del fondo donde se estabiliza el agua mas densa y mas fría. Caminando por las orillas es frecuente ver a las grandes truchas buscando lombrices o persiguiendo a los peces pequeños, cachos principalmente, que aparecen en grandes cardúmenes en estos días previos a su fase reproductiva. Tanto con el cebo natural como con el lance utilizando cucharillas o rapalas pueden capturarse estos enormes ejemplares que, casi siempre, superan los dos kilos de peso. El tamaño de estas truchas compensa el número de capturas. Conseguir el cupo de cuatro ejemplares en un embalse es casi imposible, pero la emoción de clavar y conseguir sacar del agua uno de estos peces merece la pena. Cuando llega el verano la situación cambia. Con el nivel descendiendo cada día y la temperatura del agua aumentando las truchas se retiran de las orillas y se refugian en la profundidad. Hay que tener en cuenta que en pleno verano en superficie el termómetro puede marcar los veintidós grados e incluso mas al final de la tarde. Tan sólo a primeras horas de la mañana puede pescarse alguna trucha de orilla. Con los primeros rayos del sol los peces se refugian a varios metros de profundidad, buscando temperaturas mas frescas. El gradiente térmico puede hacer descender el mercurio un grado cada dos metros, aunque siempre hay corrientes térmicas que recorren el embalse. Variedad de embalses La pesca desde embarcación está poco extendida todavía en León a pesar de que cuenta con gran variedad de embalses. Con una lancha bien equipada pueden pescarse las grandes truchas en verano, especialmente utilizando la técnica del «curricán». Este sistema consiste en colocar hasta tres cañas, siempre que pesquen tres personas, y arrastrarlas a una velocidad aproximada de tres nudos. Los señuelos pueden ubicarse a diferentes niveles, buscando la profundidad adecuada en los diferentes momentos del día. Para profundizarlos hasta treinta metros se utiliza un sistema de platos cuyo manejo requiere conocimientos adecuados. Es una pesca t ranquila y relajada, no exenta de emoción cuando se clava un gran ejemplar y que permite al mismo tiempo disfrutar de la exuberante naturaleza de nuestros embalses de montaña. Pero no en todos los pantanos está permitida la navegación. Si que lo está en la grandes presas de Barrios de Luna y en Ria ño. También en Vegamián únicamente con motor eléctrico, ya que este embalse se utiliza para el abastecimiento de agua. Pero además de las grandes presas, a las que habrían de sumarse las del Sil, existen en nuestra provincia una infinidad de pequeñas presas, algunas de tierra, que podrían convertirse en magníficos lugares si se explotasen de forma adecuada. Casares, Selgas de Ordás o Villameca, presas intermedias, tienen mucha y muy buena trucha. Otras presas pequeñas como la de Antoñán del Valle, Jiménez de Jamuz o Valtbuyo próxima al Teleno, ofrecen magníficas posibilidad de explotación para carpas o blak-bass, peces con una demanda cada vez mayor entre los aficionados. Toda esta riqueza piscícola es mas potencial que real, ya que ni se difunde ni se explota. Junta de Castilla y León y Confederación son como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer al amo. Pese a todo no faltan aficionados que, a base de voluntarismo, van penetrando en este mundo casi desconocido para la gr an mayoría de pescadores.