Balonmano | La vida sigue
El día después más amargo La complicidad de Aranzana
Cabizbajos y todavía dolidos por la forma en que se perdió la final de la Recopa, los jugadores del Ademar volvieron ayer a los entrenamientos para recibir mañana al Algeciras
Apenas quedan rastros del «volcán» rugiente que fue el domingo el Palacio de Deportes de León. A las seis y media de la tarde de ayer lunes el escenario donde se libró la espectacular final de la Recopa de Europa es bien distinto. En uno de los laterales, la bandera azul de la European Handball Federation con la imagen del trofeo y la inscripción Cup Winners Cup es el único recuerdo físico que queda de una copa que el Ademar llegó a tocar con las manos y que se fue para Alemania en el último suspiro. Parece casi cruel, pero esa bandera se la encontraron prácticamente de frente los jugadores del Ademar ayer cuando saltaron a la pista de nuevo para retornar a los entrenamientos. La herida todavía es reciente y la plantilla lo acusa. Jugadores cabizbajos van saliendo al parqué por un lateral con el andar cansino de la desilusión. Las palabras sobran en esos momentos. Apenas hay comentarios y no se escuchan las bromas propias de la camaradería de otras ocasiones. Perales, apoyado en la barandilla que separa la pista de la grada, da vueltas y más vueltas a un balón entre sus manos. Tantas vueltas o más a las que ha dado en su cabeza a la última jugada del partido. La que decidió la final. Esa en la que no pudo hacer llegar el balón al ruso Krivoshlykov y que dio el triunfo al Hamburgo. Cadenas y su segundo, Jacobo Cuétara, conversan con gesto serio entre ellos unos instantes antes de dar comienzo al entrenamiento. Primeras carreras de arriba abajo para desentumecer los músculos. Viran Morros, un jugador de esos que «hacen grupo», una cualidad muy valorada por cualquier término, actúa a modo de psicólogo. Tal vez entienda que es necesaria la terapia de grupo. Un guiño con sonrisa a Martin, brazo por encima de los hombros de Laluska o palmada cómplice a Perales. Son esos pequeños gestos que vuelven a hacer que funcione el engranaje del día a día. Aunque cueste. Aunque retomar los entrenamientos en días como el de ayer tuerca el gesto a casi todos porque es difícil encontrarles sentido después de un mazazo. «A veces uno se pregunta, ¿porqué entrenar al día siguiente? Si hubiésemos jugado mal es lógico que digamos todos, pues sí, hay que entrenar más. Pero jugamos bien, hicimos un gran partido». La reflexión, seguramente compartida por casi toda la plantilla, la hacía ayer el extremo luso, Ricardo Costa. «Ahora es difìcil, pero hay que volver a sacar ganas de entrenar para el partido del miércoles», apostilló su compañero Saric. Agradecimiento a la afición El Ademar difundió ayer un comunicado con el que quisieron «dar las gracias a la afición de León por el respaldo, cariño y compromiso que demostraron en la final de la Recopa, no solo apoyando incansablemente al equipo durante todo el encuentro, sino especialmente a la finalización del mismo tras haber perdido, animando a los jugadores y a todos los que estamos luchando día a día. Seguiremos trabajando -añade el club- por conseguir un título para esta ciudad y esta afición que tanto se lo merece. Si nos seguís apoyando como hasta ahora intentaremos no defraudaros». El Climalia León acababa su entrenamiento cuando el Ademar se disponía a iniciar el suyo. En ese momento, el técnico del Climalia, Gustavo Aranzana, tuvo un gesto cómplice y de camaradería con Manolo Cadenas, convencido de que todavía lo estaba pasando mal por la derrota en la final de la Recopa.