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Venganza a la italiana

El Milan se cobra la deuda con el Liverpool merced a dos goles de Inzaghi con un fútbol rácano que lleva a los «rossoneri» a lograr su séptima Copa de Europa, dos menos que el Madrid

Los jugadores del Liverpool Kuyt y Riise muestran su decepción

Publicado por
Ignacio Tylko - atenas
León

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El elegante Milan de Ancelotti se vengó del Liverpool a la italiana. No se pareció en nada a ese equipo vistoso que en Estambul sufrió una afrenta histórica y al final cayó por penaltis. Esta vez, fue un bloque compacto que no arriesgó nada, esperó sus momentos, se metió atrás y logró su objetivo a base de oficio y contundencia. Igual que Italia en el Mundial de Alemania, vaya. Los de Benítez lo intentaron por todos los medios, por tierra y por aire, pero se vieron incapaces de evitar que los lombardos se coronasen por séptima vez con dos goles de Inzaghi, el primero de rebote, justo antes del descanso, y el segundo en un magistral contragolpe, cuando ya apenas quedaba tiempo para la reacción. Resulta que el Espanyol y el Sevilla brindan una final imborrable de la Uefa en la fría Glasgow y, sin embargo, dos colosos de Europa como el Milan y el Liverpool aburren a las ovejas en el rimbombante y caliente Olímpico de Atenas. Sobraban ingredientes para degustar un partido exquisito, suculento, pero al final el menú se cocinó light. . Sobre el papel, el supuesto estilismo del Milan se medía a la tenacidad de un Liverpool preparado al detalle por Benítez y su equipo a la española. Un conjunto tan táctico que, salvo por el compromiso, las ganas y ese gen de campeones que adorna a los reds , no parece inglés. Hace sólo dos años protagonizaron un duelo épico en la inmensa capital turca, resuelto por el polaco Dudek, hoy suplente de Pepe Reina, después de que el Liverpool remontara un 0-3 en el descanso. Había cuentas pendientes y la revancha prometía. Pero el problema es que de todo se aprende, más aún si semejante afrenta la sufre un equipo italiano, y dice el refranero popular que segundas partes nunca fueron buenas. Si alguien pensaba que los lombardos iban a salir acelerados, dispuestos a cobrarse desde el primer minuto esas viejas deudas y a regalar espacios en defensa, se equivocaba de raíz. Ancelotti diseñó un plan conservador, italiano de pura cepa. Buscó el éxito a partir del orden atrás. Barruntó que si en defensa no fallaban, seguro que algún detalle decidiría porque ellos tienen más clase. Y acertó de pleno. Si uno sólo observa la final y le dicen que a este Milan lo entrena Trapattoni, se lo cree a pies juntillas. Pennant le quitó la cartera al checo Jankulovski, poco dotado técnicamente, y Dida salvó su remate. A los italianos, empero, no conviene regalarles nada. Y ocurrió que, cuando el período inicial languidecía, Xabi Alonso se pasó de frenada en una jugada tonta, hizo una falta innecesaria al astro brasileño cerca del área y brindó una gran oportunidad al rival. Pirlo ejecutó la falta con tanta suerte que el balón golpeó a Inzaghi y despistó a Pepe Reina. La segunda mitad fue un quiero y no puedo de los reds ante el Milan. Y, precisamente, entre ellos se guisaron y se comieron el segundo gol, que tumbó al spanish Liverpool a siete del final. Ni siquiera con el postrero gol de Kuyt, tras un córner, los ingleses desestabilizaron a los italianos.

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