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Baloncesto | León es ACB

Fueron cuarenta minutos vividos al rojo vivo

La afición leonesa abarrotó cada rincón del Palacio de Deportes para apoyar a su equipo Una explosión de júbilo después de una tarde de nervios y tensión

Una aficionada ondea la bufanda de Baloncesto León

Publicado por
Ana Gil - león
León

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La afición que ayer abarrotó el Palacio de Deportes para presenciar el partido de Baloncesto León ante el CAI Zaragoza recibió a su equipo al grito de «A por ellos» y sus jugadores se lo tomaron al pie de la letra. Los pupilos de Aranzana salieron a dejarse la piel desde el primer minuto y quisieron brindar a su afición un partido de los que quedan grabados en la memoria por mucho tiempo. No sólo porque el resultado convertía en realidad el sueño de subir a la ACB, sino porque el juego fue de los buenos. León salió a por todas. Empezó marcando y terminó igual, como los grandes equipos. Y es que ayer no cabía un alfiler en las gradas del Palacio de los Deportes porque la marea roja -la de uno y otro equipo- no quiso defraudar y arropó a los suyos de principio a fin. Muchos tuvieron que ver le encuentro de pie, pero la ocasión merecía la pena. Tambores, bocinas, bufandas y pañuelos también fueron fieles a su cita con el baloncesto. Tampoco faltaron dos detenidos. Uno por saltar a la pista antes de tiempo y otro por altercados en el fondo sur. Ya desde el primer cuarto, la afición saboreó el ascenso y enloquecía con cada tanto del cuadro leonés. El público y el equipo entraron en un toma y daca de ver quién daba más al otro. Las gradas se desgañitaban y el equipo marcaba. Fue un partido intenso, dotado de la espectacularidad de las grandes citas deportivas. Ayer no hubo malos momentos en un choque de auténtico infarto. Si comenzó bien, el final fue todavía mejor. Al término del tercer cuarto, cuando el marcador señalaba hasta diez puntos de diferencia, el público ya daba el partido por ganado y unió sus voces para llevar al equipo en volandas hacia la victoria. Incluso hizo la ola, y no una, sino varias veces para decir al equipo «gracias». A partir de entonces llegó la locura y ya no hubo manera de pararla. La afición se lo pasó en grande. Y es que León se lo llevó todo: el triunfo, el buen juego y la diversión. Y llegaron los abrazos. Jugadores y técnicos sintieron, ahora de verdad, el calor y el abrazo implacable de la afición, que no dudó en saltar a la pista para celebrar la gran fiesta del ascenso.

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