Diario de León

Ciclismo | Tour de Francia 2007 KI LÓMETRO 0 PA U-CASTELSARRASIN, ETAPA TRANQUILA CRÓNICA DE LA ETAPA DE AYER

Moreni, el segundo dopado La verdad, en el AubisqueRassmusen no se apiadó de Contador, quién perdió 35 segundos en la cimadel Aubisque

El italiano Moreni ha sido expulsado del Tour por un positivo con testosterona

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Benito Urraburu BENITO URRABURU Benito Urraburu - aubisque aubisque
León

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El presidente del jurado técnico del Tour, el francés Didier Simon, confirmó en la sala de prensa de la carrera lo que ya era un secreto a voces para todo el mundo, que el italiano Cristian Moreni (Cofidis) dio 'positivo' con testosterona en la undécima etapa de la carrera que finalizó en Montpellier. Su equipo, Cofidis, que finalizá su contrato de patrocinio en 2008, ha decidido irse voluntariamente de la carrera. Es el segundo corredor que da 'positivo' este año en el Tour tras el kazajo Alexandre Vinokurov, que fue controlado en la contrarreloj de Albi por una homotransfusión. Moreni es el quinto corredor que ha dado positivo con testosterona esta temporada. El primero fue el italiano Marco Fertonani (Caisse d' Eparne), en el Tour del Mediterráneo. El segundo, Aketza Peña (Euskaltel), en el Giro del Trentino. El tercero, Mathias Kessler (Astana), en un control sorpresa que le hicieron poco antes de la Flecha Valona. El último había sido el alemán Patrik Sinkewitz (T-Mobile), en otro control sorpresa que le hicieron cuando estaba concentrado con su equipo en los Pirneos. Todos los positivos salen al aplicarse un nuevo método de detección que permite diferenciar en la orina de un ciclista la testosterona exógena, que se ha inyectada o consumido, de la producida por el propio cuerpo. Moreni, que tiene 34 años, ocupaba el puesto 58 de la general antes de la llegada al Aubisque. Cofidis, que ya se vio envuelto hace años en varios asuntos de dopaje e incluso dejó de correr durante unos meses para reorganizar su equipo, es uno de los equipos que más se ha significado en la lucha contra el dopaje, apoyando todos los manifiestos y propuestas que se han hecho. Podemos dar las gracias a lo que vimos en la última etapa de los Pirineos, con final en el Aubisque. Rasmussen y su equipo, Rabobank, están muy lejos de los demás, se mueven en otra cilindrada más gruesa, y el control que realizaron de la etapa fue total. No dejaron nada a la improvisación, fueron metódicos en sus planteamientos y nadie les ha regalado nada. Han trabajado la carrera, desde que Ramussen se puso de líder, a conciencia. De hecho, hoy, cuando Discovery Channel contaba con tres corredores en la parte final de la etapa, Rasmussen sabía que al único que tenía que vigilar era a Contador. Leipheimer no es un corredor que ataque, que cuente con una pedalada ágil. Es un hombre que sube a base de fuerza. Popovych realizó una gran labor y se quedó. Volvíamos a encontrarnos donde lo dejamos en el Peyresourde, en un mano a mano entre Rasmussen y Contador. Lo intentó tres veces Alberto y no pudo. Probó y se dio cuenta que Rasmussen no salía a por él de forma inmediata. No salió a los latigazos, con menos fuerza que hace dos días, que le lanzó Contador. Más que para atacar, Contador se encontraba para aguantar. Fue valiente y se movió. Al final lo pagó. Con 3:10 de ventaja en la general, Rasmussen tiene ganada esta carrera. Si exceptuamos a los dos primeros, el resto se limitó a aguantar. No está el ciclismo actual para etapas con tantos kilómetros y tantos puertos. Sastre se la jugó de forma temeraria y le salió mal. Era lo que tenía que hacer. Al menos lo intentó. Este deporte, dentro y fuera de la carretera, consiste en aguantar. Primero es importante poder seguir dentro de carrera, que no te expulsen, y luego ver como se te van cayendo los que están delante. El ciclismo, dicen, decimos, está muy tocado, moribundo, pero en los puertos no cabía un alfiler. Había un lleno total, a pesar de las incomodidades que supone desplazarse a ellos. No parece que a los aficionados les haga mucha mella la moralina que algunos quieren aplicarle. Tal y como está la sociedad en general, mejor es no hablar mucho. Michael Rasmussen parece de hielo en el calor de los Pirineos. En realidad, todos los ciclistas, con gafas y casco, dan la impresión de no transmitir nada. Pero respiran, y cuando pasaron a nuestro lado, a Contador se le notaba más la fatiga. Eso es lo normal. Es el primer Tour que disputa y va a estar en el podio de París. Su único problema se ha llamado Rasmussen, que es el mejor corredor de este Tour de Francia, el más regular, el gran dominador en montaña. En la carretera no se le puede poner ningún reparo. El líder ganaba en la cima del Aubisque, la última llegada en alto del Tour, con suficiencia, con inteligencia, demostrando que sabe correr, sin cebarse en los tres ataques que le lanzó Alberto Contador. Le dejaba irse al corredor madrileño, le seguía a unos metros, y se le colocaba a rueda. Y así una y otra vez. Rasmussen sólo tenía un rival, Contador, al que las piernas no le respondieron con la facilidad que lo hicieron en el Peyresourde. A los 24 años le hemos pedido demasiado a Contador. El segundo puesto en París seguirá siendo un éxito para el ciclista de Pinto, que cedió en el kilómetro final. Gracias a su compañero Leipheimer no perdió más que 35 segundos. Contador atacó porque tenía que hacerlo, no porque se lo pidiese el cuerpo. No tenía el mismo ritmo que le vimos camino de Loudenvielle. La tercera semana de carrera le ha pasado factura ante un Rasmussen al que se le vio, primero, arropado por un potente Rabobank, que se ha exprimido por él. Y, segundo, con un dominio táctico de la situación llamativo. «El día ha sido muy largo, con 220 kilómetros. No he tenido una gran jornada desde el principio. He intentado salvarlo como he podido. Lo he intentado, pero Rasmussen está muy fuerte. Antes no tenía ganada la carrera, ahora la diferencia es insalvable», explicaba un Alberto Contador al que el kilometraje y el calor pasaron factura. El futuro seguirá siendo suyo puesto que está rodeado de corredores mucho mayores que él. Rasmussen debe de ganar este Tour el domingo porque nadie, salvo Contador, le ha puesto realmente en peligro. Lleva de líder desde la etapa que finalizó en Tignes. La única verdad de este deporte es la carretera: se ha quedado solo y va a ser uno de los contados escaladores que ha ganado el Tour de Francia en los últimos veinte años.

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