España cumple pero no convence

El España desperdició una ocasión pintiparada de golear a la selección 110 del mundo y darse una alegría para mitigar su depresión y afrontar con más moral la final que se le avecina el mes que viene en Dinamarca. Cumplió con su obligación de vencer a los letones -unos amigos que nos hicieron el favor de doblegar a Irlanda del Norte y que en Oviedo no dieron ni una patada-, sigue viva, pero no despejó sus terribles dudas. Un gol de Xavi recompensó el gran partido del azulgrana y permitió jugar a favor de corriente. LLegó enseguida y facilitó las cosas en otro duelo en el que los cambios de Luis le pusieron en contra a la grada y Torres volvió a dejar patente que está negado con el gol aunque marcó, tras un rechace del portero, a cinco del final. El madrileño, abucheado por un sector de la grada, esta vez no puede quejarse. Jugó todo el partido, pero sufre la ansiedad de no haber marcado en un año. Como jugaba en casa, ganar era una cuestión de vida o muerte y el rival era blandito, de esos que intentan tocar pero no muerden, España salió como es debido, dispuesta a gustarse, a congraciarse con una parroquia aburrida de tanta mediocridad y dimes y diretes. Jugó bien pero le faltó pegada en un choque sencillo del que apenas cabe extraer conclusiones. Después de jugar al escondite, al ratón y al gato, al final resulta que Luis prescindió de Iniesta en el once, castigado quizá por marcar cuatro goles en los tres últimos partidos oficiales y evitar un par de debacles. Tampoco se acordó de Cesc y sorprendió al dejar en la grada a Luis García, el único de los 19 seleccionados nacido en Oviedo. Apoyada por las facilidades de un rival soñado para superar cualquier crisis, de un equipo que pierde hasta con Liechtenstein, esta vez España sí fue fiel a su filosofía de toque por bajo, juego entre líneas y rupturas por banda. Bajo la batuta del director Xavi, la selección interpretó una bella sinfonía en el arranque. Lo tuvo todo a su favor porque, además, marcó pronto. Una internada de Joaquín, un extremo espléndido al calor del hogar pero timorato cuando le enciman, brindó un gol en bandeja a Xavi. El prometedor comienzo degeneró en un tramo donde España dejó de presionar la salida del rival, se complicó la vida y permitió un contragolpe en el que se libró del empate porque Verpakovskis no llegó de milagro. La noche estaba tranquila y Luis se encargó de estropearla cuando, iniciada la segunda parte, retiró a Villa para dar entrada a Iniesta. Torres se merecía el relevo más, pero esta vez el de Hortaleza le mantuvo en el campo. Con el manchego en el campo volvió el monólogo y se sucedieron las ocasiones. Pero por culpa de la falta de pegada hubo incertidumbre hasta casi el final, cuando Torres al fin vio puerta.