Ciclismo | Vuelta a España
Petacchi engrasa la máquina y vence por segundo día consecutivo
El italiano ha recuperado la moral tras las acusaciones de dopaje y no dio opción en el esprint
El italiano Alessandro Petacchi, del Milram, logró su segunda victoria consecutiva en la duodécima etapa de la Vuelta, disputada a través de 176 kilómetros entre Algemesí y Hellín, la «Ciudad del tambor», que escuchó el redoble de Ale-Jet, en un momento de inspiración, dentro de una jornada de calor en la que el ruso Denis Menchov siguió vestido con el jersey oro. A Petacchi le costó entrar en juego. Vino deprimido por las acusaciones de dopaje, luego le amargó Freire la primera semana, pero ya ha cogido el aire a la Vuelta, y está intratable. Ya se ve cómo se las gasta el mejor esprinter del mundo, el heredero del gran Cipollini. Su exhibición fue lo único destacable en una jornada plomiza, previsible, con los alicientes en avanzado estado de raquitismo. El corredor de La Spezia escuchó en Hellín la tamborada en su honor después de cruzar la meta por delante de su compatriota Daniele Bennati (Lampre) y del bielorruso Alexandre Usau (Ag2r). En el kilómetro 13 se formó la escapada del día con el italiano Davide Rebellin (Gerolsteiner), el ganador en 2004 de la Flecha Valona, Amstel Gold Race y Lieja - Bastogne - Lieja, el español José Ruiz (Andalucía), los franceses Philippe Gilbert (Francaise) y Sebastien Minard (Cofidis) y el ucraniano Yuri Krivtsov (Ag2r). Los cinco expedicionarios se dejaron sus sueños en cada palmo de las inmensas llanuras que interrumpían los inabarcables campos de viñedos camino de la ciudad del tambor, de Hellín, punto final inédito en una etapa de la Vuelta. Resistieron, pero a 4 kilómetros de meta, Rebellin y compañía ya formaban parte de un pelotón que volaba hacia la llegada, en pleno esfuerzo bajo un insoportable bochorno, a 71 por hora, en un estado de esprint permanente. Los Milran volvieron a imponer su tren azul claro, no tan potente como aquel más oscuro del Fassa Bortolo, pero suficiente para llevar al jefe en las mejores condiciones hasta la recta de llegada. Allí se presentó el italiano semicamuflado, para saltar implacable a 100 metros de la raya para meter la rueda y levantar los brazos. De nuevo, confirmando su espléndida recuperación.