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Europa le niega a España un oro que ya acariciaba

La selección cayó en la final ante Rusia en su partido más gris del torneo

Publicado por
Amador Gómez - madrid
León

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España cerró su Eurobasket con la mayor decepción de su historia. La campeona del mundo se quedó sin el oro europeo en el peor partido de la selección desde que la dirige Pepu Hernández. Sólo España podía perder el título, y lo que parecía imposible se hizo realidad en el momento más inoportuno. En su sexta final europea, que volvió a culminar con una medalla de plata, pero esta vez bañada en lágrimas. Quizás haya una maldición en el Europeo para España, pero el caso es que la mejor selección del planeta, la que parecía invencible, ha perdido dos partidos y en la final estuvo desconocida, superada por la frialdad y poderío físico de una Rusia liderada por un genial Kirilenko y en la que Holden ejerció de verdugo a falta de dos segundos. No se puede hablar de fracaso de este gran equipo que tanto ha tenido que sufrir y aguantar en la lucha por el primer oro europeo de su historia, una obligación que se le había impuesto desde que se proclamó campeón del mundo hace un año en Japón. Sin embargo, España falló cuando no debía, en un pésimo partido de ataque y sin la mentalidad que había llevado al equipo hasta la final. Quizás estaba demasiado cansada. El caso es que no funcionaron las piernas ni la cabeza. Fue la peor España desde que perdió el bronce en el Europeo de Belgrado 2005. Incluso tuvo la victoria en sus manos a falta de menos dos minutos para el final, cuando ganaba por 59-54. Sin embargo, hubo reacción rusa y España se asustó. Si en la semifinal frente a Grecia España sacó a relucir lo mejor de sí misma y los tiros libres le dieron gran parte del triunfo, esta vez ahí sepultó muchos de sus sueños. Llegó a tener España 12 puntos de ventaja al final del primer periodo, pero a continuación estuvo desconocida como nunca, jugó uno de sus peores cuartos en este Europeo y vio reducida la diferencia a tres (34-31). España se atascó ante la defensa en zona rusa y los únicos puntos que consiguió en ese segundo cuarto llegaron por cuatro triples. No hubo ni una canasta de dos ni sacó tampoco ninguna personal. Gasol, marcado por Savrasenko, no era él. La selección, con su defensa, rebote y con Calderón, volvió a crecerse con un nuevo triple del extremeño (40-31), pero a partir de ese momento comenzó a estar siempre en el alambre. Sin dominar. Sin tener autoridad, y sin aprovechar las terceras personales de Kirilenko y Savrasenko. Cuando Rusia empató por primera vez al comienzo del último cuarto, el Palacio se temía lo peor. Y cuando se puso por delante, más aún. Porque España se había dejado comer el terreno ante una selección crecida, y no sólo en lo físico. Psicológicamente, Rusia fue más fría y fuerte y España murió cuando acariciaba el éxito.