Calleja, un superviviente del desierto africano
El piloto leonés concluye en el puesto 46 de uno de los raids más duros del mundo en el que ha demostrado su adaptación a las adversidades a tres meses vista de su objetivo prioritario, el Dakar
Amigos estoy en el hotel del Cairo escribiendo esta crónica con un alegría en el cuerpo que os lo podéis imaginar. ¡He terminado sin incidencias el segundo rally más duro del mundo: el de los Faraones!. Nadie, ni el traumatólogo, los fiseos, el cirujano, o la gente de mi entorno creían que lo conseguiría pues mis lesiones fueron muy complicadas después del grave accidente que sufrí en Marruecos entrenando precisamente para este rally y el Dakar. Mi muñeca y hombro todavía en teoría no estaban en condiciones, tal es así, que el día 11 de este mismo mes me tienen que operar de nuevo para limarme la apófisis del radio y extraerme todo el titanio que tengo en muñeca y hombro. Pero con voluntad se puede todo, a pesar que el rally ha sido la edición mas dura de su historia según los organizadores, con cordones interminables de dunas, muchas de ellas gigantes, donde hay que extremar las precauciones en el pilotaje, pues hay muchas cortadas, que son las mas peligrosas. Estas hay que remontarlas a base de mucha aceleración y velocidad, para saber reducir justo en la cresta, y conseguir el equilibrio exacto para dejar la moto en equilibrio y después acelerar en la bajada. Sólo de este modo se sortean. Si te quedas escaso de velocidad no llegas y te hundes hasta el asiento, teniendo que desenterrar la moto, darla la vuelta que no es fácil, bajar e intentarlode nuevo, pero lo peor es si te pasas, porque entonces vuelas, como me paso en Marruecos y casi siempre este tipo de vuelos deja consecuencias serias, en mi caso múltiples fracturas en muñeca, radio y hombro en el mes de abril. Pero el desierto no es sólo arena, también tiene un polvo como el talco escondido debajo de una costra de arena reseca que parece suelo firme, pero lejos de la realidad, es que si entras en ese terreno sin acelerar a fondo, inevitablemente te frenas en seco y te hundes hasta el manillar. Esto me ocurrió una vez y salí disparado de la moto dándome un buen revolcón. También hay cañones, precipicios, rocas, trialaeras, y sobre todo un calor horrible. La temperatura normal es de 45 grados a la sombra, pero nosotros cuando estamos al sol según me contaba Jordi Arcaraons (jefe de equipo de Repsol), la temperatura a un metro del suelo ronda los 65 grados, y a esto hay que sumarle el calor que desprende el motor y que además estoy tapado hasta los dientes: camiseta térmica, coraza, protecciones, rodilleras de carbono, casco, tres capas de guantes, y pantalón y chaqueta de plástico que no transpira. Este es el escenario donde corremos contra el crono en más de 3.000 kilómetros llenos de trampas en 7 días de extenuante competición, y en mi caso con una muñequera ortopédica para proteger mis maltrechos huesos. Fuerza de voluntad Pero con la tozudez de un leonés conseguí terminar el rally en el puesto 46 de 106 participantes de los que acabamos 73. Por desgracia muchos abandonos se debieron a accidentes propios de la competición en condiciones hostiles, y alguno de estos accidentes fueron graves, especialmente el de un italiano que asistimos tirado en mitad del recorrido después de sufrir un aparatosa caída que le produjo rotura del varias vértebras, traumatismo cráneo encefálico y no se cuantas cosas mas. Ahora regresare a León, me operare el día 11, y en tres semanas estaré de nuevo entrenado duramente con alguna salida a Marruecos, para afrontar el rally mas duro del mundo: el Dakar, el próximo enero. Pero ahora tengo experiencia y una buena dosis de moral. Jesús Calleja desde la tierra de los Faraones.