La caza menor se inicia el domingo marcada por la incertidumbre
Topillos, veneno y la amenaza de la tularemia ensombrecen el inicio de la temporada
El arranque de la temporada de caza menor, que había despertado gran expectación a la vista de la abundancia de perdiz, estará marcado por la incertidumbre que han provocado los topillos y el envenenamiento los campos del sur de la provincia. La gran mayoría de acotados abrirán la temporada el 21 de octubre mientras que algunos esperarán al día 28. El puente de los Santos, que este año coincide de jueves a domingo, suele ser aprovechado para cazar por muchos aficionados residentes fuera de los pueblos, incluso en otras comunidades, que en estas fechas tan especiales se reúnen con la familia en su lugar de origen. Para la jornada de apertura se anuncia un tiempo seco y soleado, prolongación del que venimos disfrutando durante un otoño benigno en el que, si bien refresca por las noches, las temperaturas diurnas son muy agradables. Y las impresiones que se obtuvieron en la media veda parecen confirmarse. Tras dos temporadas malas, especialmente la de hace dos años, podríamos encontrarnos ante un buen año de perdiz. Los bandos numerosos y nutridos que se vieron a finales de agosto no parece que hayan sufrido pérdidas importantes pese al veneno que se aplicó a los topillos en muchos campos del sur y este de la provincia. La liebre, sin embargo, si parece encontrarse en peor situación. Bastante afectada por la tularemia, y lo que es peor, por el veneno, su densidad parece haberse reducido hasta el punto de que el pesimismo es la nota común entre los galgueros. Los cadáveres de «rabonas» son frecuentes y la enfermedad extendida por los topillos está resultando especialmente virulenta. Pese al oscurantismo de la Junta de Castilla y León que ni siquiera informa a los afectados, llegan noticias de muchos casos de contagio con síntomas evidentes: fiebres muy altas durante varios días, dolores musculares y malestar general que, a diferencia de la gripe, no remite hasta que se aplica el tratamiento en forma de anti bióticos. El miedo es generalizado hasta el punto de que se habla de contagios por coger setas o incluso manzanas caídas en el suelo en zonas con abundancia de topillos. En los acotados de media montaña y hasta la entrada de perdiz chocha, que hasta la fecha se ha producido, se va a cazar muy bien la perdiz roja. Aquí el veneno no ha sido necesario y las polladas parecen disfrutar de buena salud. Incluso en las lomas de La Candamia, cerca de la capital, los paseantes suelen encontrarse con bandos de confiadas «patirrojas» bien apeonando o volando hacia los pinos. La verdad es que, al margen de la caza, pocas especies como la perdiz son capaces de alegrar el campo tanto con su clásico canto -«cas-ca-la»- como con su vuelo poderoso y veloz. Lo mismo sucede con el conejo de monte mas desconfiado y escurridizo. La caza del jabalí La ausencia de lluvia, que mantiene el monte en inmejorables condiciones para cazar la perdiz, no está beneficiando la caza del jabalí. Las últimas monterías están resultando bastante desafortunadas. El día 21, y pese a que hay autorizadas varias monterías, en los cotos de montaña van a ser muchos los cazadores que opten por las «rubias». El riesgo en estas zonas será la niebla que, en situaciones meteorológicas anticiclónicas, puede colarse durante la mañana. La escasa visibilidad resulta especialmente peligrosa en el monte e incrementa notablemente el riesgo de accidentes. La Ley de caza contempla estas situaciones prohibiendo el ejercicio de la misma mientras persista la niebla densa. En estos primeros días los aficionados con buenas piernas consiguen perchas de varias perdices o el cupo de tres allí donde está establecido. Luego, con la llegada del invierno, cazar la perdiz en el monte se convierte en una tarea bastante difícil p ero, para entonces, ya habrán entrado las chochas y las monterías de jabalí estarán en pleno apogeo.