La lucha leonesa se pone el cinto internacional
Los leoneses Héctor García, Javier Oblanca y Diego Arce participan en Rusia en el VI Campeonato del Mundo de Lucha al Cinto. Putin presidió una brillante ceremonia de apertura con más de 2.000 figurantes
Ufá, la pequeña perla rusa capital de la República de Bashkortostan, enclavada en los Urales, no le será conocida, a bien seguro, a muchos leoneses. Quizás alguno recuerde el dato de que ésta fue la patria de Rudolf Nureyev o haya podido conocer de su existencia por la reciente novela en que Almudena Grandes hace memoria histórica del «corazón helado» y azul. Por esta industriosa ciudad transcurre el célebre Transiberiano, aunque medios más modernos de transporte pueden acortar a no menos de veinticuatro horas las precisas para vencer la distancia. Allí, su deporte nacional de lucha, kureshk» , se hizo protagonista principal de la celebración de los 450 años de pertenencia a Rusia de la antigua Bashkirya: la Asociación Internacional de Lucha al Cinto (IBWA, en siglas anglosajonas), presidida por Rif Gaynanov, organizaba el VI Campeonato del Mundo de esta práctica, en sus modalidades libre y clásica, acompañado de un certamen/exhibición de luchas tradicionales (de Islandia a las repúblicas del Asia Rusa), con presencia de cincuenta y ocho países (de todos los continentes), cuyas delegaciones permitieron contar con una media de veinticinco luchadores por cada una de las seis categorías masculinas y tres femeninas. El campeonato se desarrolló la pasada semana, con las competiciones centradas en los días 10 a 12. En él estuvo -después de haber tenido un primer encuentro con esta lucha en Estambul en la pasada primavera- la leonesa (invitada por los organizadores) con una reducida pero significativa representación: Javier Oblanca (66 kg), Héctor García El Divino (73 kg) y Diego Arce (81 kg), acompañados del presidente Che Escanciano. En la primera jornada se desarrollaron los enfrentamientos en modalidad libre, la de mayor afinidad con nuestra propia fórmula luchística, aunque no fuera todo lo propicia deseable, castigando a los leoneses la inexperiencia. Un primer contacto, aún «fríos», en el que fue posible, no obstante, una victoria de Diego Arce sobre su rival israelí. No se arredraron los del aluche y en la segunda ocasión, la que se desarrollaba el día siguiente en modalidad clásica (caracterizada por no poder utilizar mañas de pierna), los resultados mejoraron sensiblemente: Javier Oblanca eliminaba a su oponente ucraniano y caía ante el búlgaro en fase de cuartos. A Diego Arce, después de tomar ventaja en su enfrentamiento con el luchador de la federación local, le penalizaban los jueces por estimar un uso inadecuado de las piernas en defensa. Dominio y oportunidad Héctor García superó a sus rivales esloveno y ucraniano y no lo consiguió con el ruso, logrando el tercer puesto (medalla de bronce) en la categoría de los 73 kg. El dominio final en el campeonato fue manifiesto para las potentes federaciones Rusa y de la república organizadora, Bashkortostan. Excelente ocasión esta cita internacional para poder conocer un ámbito de enorme amplitud en el que tienen cabida los luchadores leoneses , con las ingentes posibilidades que se podían apreciar en una organización a nivel próximo a lo olímpico (más de 2.000 figurantes en la ceremonia de apertura, presencia del presidente Putin¿), para poder mejorar aprendiendo de la envidiable situación y apoyo profesional de auténticas selecciones nacionales integradas por becados olímpicos (de libre-olímpica muchas de ellas, como la de USA, del Judo como la de Camerún,¿) y para poder desarrollar las propias potencialidades en unas modalidades que -tal como consideraban los tres leoneses- «es una lucha al cinto que no es la nuestra, pero es muy atractiva, se vende bien y te engancha. Tiene muchas posibilidades para nosotros, entrenado más. No quedaremos campeones, por ahora, pero las medallas no nos serán difíciles».