Diario de León

Magnífico balance en la jornada de apertura de la caza menor

La abundancia de perdices sorprendió a los cazadores e hizo recordar tiempos pasados

La caza menor con perro suele practicarse en mano de tres o más escopetas

La caza menor con perro suele practicarse en mano de tres o más escopetas

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Pedro Vizcay - león
León

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Habría que remontarse varias décadas para encontrar un comienzo tan positivo de la temporada de caza menor. Los aficionados que de forma masiva han salido al campo se han encontrado con muchos y bien nutridos bandos de «patirrojas» apeonando en las pajas y terrones o levantando el vuelo a mas de cien kilómetros por hora, ese vuelo fulgurante y ruidoso que sigue emocionando a los amantes de la caza menor con perro. Además la climatología no ha podido pintar mejor en la jornada del domingo: helada matinal y sol de justicia al mediodía, para que las perdices se «achiquen» y salgan a postura de perro. Prácticamente en todas las zonas perdiceras de la provincia se ha notado el incremento de aves, si bien en unas mas que en otras. En los tradicionales pagos del sur de León, desde la Tierra de Campos pasando por Sahagún y la comarca del Cea, con Gordoncillo y Valderas, el comienzo puede calificarse de bueno. De muy bueno, casi excepcional, en las Tierras de León, incluyendo la Sobarriba y las cuestas de Villasabariego entre el Porma el Esla. Bueno, simplemente, en las zonas de la margen derecha del Esla desde Valdebimbre y Ardón a Villaquejida así como en las comarcas bañezana y astorgana. En la montaña también se ha visto bastante perdiz, si bien aquí los bandos no se regeneran al mismo ritmo por causa del abandono de cultivos. Las tierras que antaño se roturaban y se sembraban cada dos años con centeno, trigo o cebada, han sido abandonadas en buena parte pasando a cubrirse de monte bajo. En algunos acotados las sociedades de cazadores realizan roturaciones y siembras selectivas, exclusivamente para la caza, pero con todo y eso no se llega a la situación de hace algunas décadas. Pese a ello se han visto muchas perdices y la situación puede calificarse como buena, por lo que se espera una mas que aceptable campaña. Varias causas concatenadas Los expertos intentan analizar las causas de esta buena campaña que ya ha puesto los dientes largos a muchos aficionados. Acostumbrados a las penurias de los últimos tiempos hay quien ya se remonta a los años setenta para buscar similitudes. Lo que si está claro es que de forma cíclica se producen mejores y peores temporadas, siempre dependiendo de la climatología en el momento del anidamiento e incubación y, especialmente, de las bajas que se registran en las polladas. Ya habíamos advertido durante la media veda de que se veían muy buenos bandos de perdiz, nutridos con abundantes perdigones. Incluso en las inmediaciones de la capital las «patirrojas» se dejaban sentir entre los muchos paseantes que visitan diariamente Las Lomas. Un verano con temperaturas suaves, tras una primavera lluviosa, son siempre preludio de una aceptable cría. Las buenas cosechas de cereal suelen coincidir también con una buena crianza. Pero sucede a menudo que los bandos de finales de verano quedan diezmados de tal forma que, cuando se abre la veda, la mayoría de perdices que se abaten son ejemplares adultos o viejos. No ha sucedido así en esta temporada y, aunque parezca un contrasentido, buena parte de la «culpa» la tienen los topillos. Con un alimento abundante, fácil de cazar y muy sabroso, los depredadores alados y los zorros han respetado a las pequeñas gallináceas. La trasmisión de la tularemia, que en algunas zonas ha afectado y mucho a la liebre, no lo ha hecho con la perdiz. Podríamos decir que este hecho es «pan para hoy y hambre para mañana» y nunca mejor dicho pues si la plaga de topillos remite de forma drástica los depredadores, cuyo número se ha incrementado de forma ostensible, volverán a centrar su actividad sobre las piezas cinegéticas.

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