Raúl ejerce de revulsivo ante un Dépor sin fe
Los gallegos se adelantaron pronto pero un penalti absurdo de Guardado igualó el partido Schuster: «La entrada de Raúl fue decisiva»
Dos pases magistrales de Guti desatascaron al Real Madrid y consolidaron su liderato a costa de un Deportivo que jugó con osadía en el Bernabéu pero le faltó punch y le sobró ingenuidad, dos problemas gravísimos cuando te enfrentas a un grande. Una vez más, los de Schuster no dieron la talla exigible, jugaron muchos minutos al paso y ofrecieron una imagen a años luz de la excelencia que pregonaba en verano su presidente, pero resolvieron la papeleta merced a sus individualidades. Raúl, que por vez primera había entrado en la rueda de rotaciones, ejerció de revulsivo y puso en ventaja a los suyos cuando apenas llevaba un cuarto de hora sobre el césped. Tuvo suerte en la forma de anotar su cuarto gol en Liga, pero hay que estar ahí para desequilibrar una contienda que entraba igualada y sin visos de cambio en su recta final. Recibió un pase excelso de Guti y su mal control se convirtió en un pase a Van Nistelrooy, que a continuación le brindó el gol en bandeja. Otra vez el capitán hizo el gesto de indicarse el «7» con los pulgares. ¡Luis, toma nota!, debió exclamar en su fuero interno. Con el Deportivo hundido y ya con uno menos por la expulsión de Sergio, el Madrid se gustó y puso la guinda con otro servicio made in Guti que Robinho adornó aún más con sus gambeteos. Un gol sensacional como colofón a un partido discreto. Este Deportivo de Lotina toca bien, se desdobla con orden pero sufre los pecados de juventud. No es de recibo ponerse en ventaja nada más salir de los vestuarios, merced a un regalo de la zaga blanca tras un pelotazo de Aouate que aprovechó Xisco, y cinco minutos después regalar el empate. El mexicano Guardado venía precedido de gran fama, pero en ataque apareció poco y en su área derribó a Van Nistelrooy de forma tan clara como innecesaria. El holandés no falló el penalti esta vez. Ahí comenzaron a fraguar su derrota los coruñeses, hasta que Raúl aceleró al final y definió con grandeza. Robinho, después, sentenció.