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El Gallo se va a la Ribera

Vuelve el símbolo de victoria a «La Ribera» tras su victoria sobre «La Montaña» en el corro tradicional, en una gran celebración de la más pura y emocionante lucha leonesa

La Ribera contra la Montaña. Maña contra maña

Publicado por
A. Bardal - boñar
León

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«¿Hay quién luche?», alzó el grito da las peñas y los ríos Jorge Rojo, el benjamín de Baldeón, de la Montaña más leonesa, y no pudo calzarse porque respondía Pablo Fernández Pellitero, de La Sobarriba, entraña de la comarca con registro de historia en la Ribera de la lucha, venciendo en el primer combate de la gran fiesta de los Aluches que aogió Boñar. Corro tradicional Montaña-Ribera, con lleno en el pabellón deportivo (más de 2.500 espectadores), arbitrando Antonio Getino y Juan Carlos Valbuena, de 17.00 a 21.00 horas. Las dos selecciones fueron recibidas en el centro del corro con el calor de los más fieles seguidores en un ambiente que se inciaba en total cordialidad. Tomasín Sierra fue el primero en tirar a dos rivales, primer paso de ventaja para la Montaña, que fue contestado por los cuatro a los que dio entera Víctor Justel. Pero, hubo de ser una luchadora quien pusiera el corro en pie: la ribereña Miriam Marcos, quien se imponía al infantil Vicente Alvarado, a sus rivales femeninas Tamara Gómez, Patricia Martín y Marta Llamazares y a los cadetes Guillermo Villa y Diego González. Seis en la cuenta de la gran campeona de Montejos del Camino, poniéndole el cinto al mazapán. El cadete vadiniense Luis Fernando Campos alcanzaba la misma marca, que al final les haría a ambos merecedores ex-aequo de ese tan sencillo como especial y entrañable premio. La igualdad entre los dos equipos, dirigidos por Alberto Díez y Fernando Getino, se puso de manifiesto al encontrarse en la lona Santiago Fernández e Ibán Sánchez: una nula inicial, tres medias para el campeón de los ligeros, media para el que ha sido su máximo rival en la temporada y una entera que le dieron los árbitros al de Cistierna y protestó la afición de la Ribera. Adrián García se ungió justiciero y dejaba fuera por derecho a Santi con una cadrilada de la mayor excelencia. Se llegaba al corazón del corro, a la lucha en los medios. Héctor García eleminaba a David González (San Cipriano) y conseguía arrancarle dos medias a Víctor Díez, pero el Mansillés puso toda su fuerza en el agarre y consiguió la entera sobre el de Campohermoso. Se mantenía el máximo nivel y la mayor espectación, aumentando la presión de las gradas. Extenuante el combate librado por Davizuco y Sansón Cabero, con igualada a dos medias y apoteosica entera final para el de La Vecilla. Mayor emoción, ya incluso tensión, con el público entregado intensamente, aun cuando fue el corro en gran medida ejemplar en cuanto a su desarrollo extradeportivo, sin ningún tipo de incidente. En esa cresta de emoción, Clemente Fuertes pudo librarse sin mucha dificultad del agotado David, pero tuvo su propio castigo con el máximo respresentante de la Villa, Álvaro Sánchez: dos medias le dio Álvaro al Junco y cuatro le costó al de La Sobarriba someterle. Era ahora el ribereño el mermado de fuerzas y la oportunidad para Roberto Rodríguez Bulnes. Nuevo combate de poder a poder, igualdad a dos medias y final entera para el riañés. Se creció Roberto, que dejaba eliminados también a los dos primeros pesados de la Ribera, Ángel Pérez y Alberto Bahillo. Tras ellos le correspondió en suerte a Bulnes medirse con una de las más firmes torres de La Ribera: Alberto Rodríguez, Faraón de Villaquilambre. Venció Alberto sin obstáculo al riañés, lo hizo de igual manera con los dos primeros de pesados del equipo montañés y no permitió que hubiera remedo de lo ocurrido el año anterior al verse con Morín, a quien los entusiastas de su comarca vitoreaban con especial entrega. No fue suficiente ese ánimo para impedir otra victoria del de Villaquilambre. Mientras en las filas de la ribera aíún aguardaba en retaguardia Abel I. Cabero, ya sólo le quedaba a los vigentes campeones el último cartucho, dinamita pura bajada de la peña viva: Eduardo Díez. Cansancio El cansancio era ahora manifiesto en las manos de Alberto, obligándole a entregar tres medias por suelta y a agotar el segundo y último tiempo muerto de los suyos. Un impulso final de fiereza en los dos colosos y la fortuna, la que ayuda a los audaces que la merecen, puso en manos del Faraón, en las de La Ribera toda, ese tan preciado, sencillo y señalado símbolo de victoria, el gallo que vuelve a La Ribera tras esta gran jornada de los más tradicionales, más emocionante y mejor disfrutados Aluches. Venció La Ribera, el gallo bajará a las vegas, pero en la Montaña lucharon con la mayor entrega, a lo más grande, las dos comarcas, una sola alma, de la lucha leonesa. Y sí, hubo quien luchara. Otra vez.