Lo que va de ayer al hoy

LLEGA EL DERBI por excelencia. El derbi futbolero que ha arrastrado a las aficiones tras las huellas de sus equipos representativos. Son ya muchas las columnas escritas sobre cómo, cuándo y por qué de las citas deportivas que hoy quiero visionar desde la perspectiva de tres recintos, tres campos, tres estadios que los acogieron en tiempos y circunstancias distintas: Santas Martas, Fuentesnuevas, El Toralín. Santas Martas, tiempos difíciles, de penurias, con desplazamientos masivos de la afición culturalista a Ponferrada. En trenes especiales y en aquellos viejos cacharros, autobuses con muchas cremalleras de remiendos resoplando cuando subían el puerto de Manzanal. Canciones, meriendas en el plato, con la insuperable tortilla arropada por el pan de hogaza; parada y fonda en Manzanal del Puerto, en aquella acogedora cantina donde el jamón bien curado, los chorizos y el vinillo del Bierzo (tan excelente como ahora) antes de ser bautizado con la denominación de origen. Y el equipo de la Cultural, a lomos de aquel caballo de ruedas pintado de blanco, llamado autocar, que caminaba con lentitud de quelónido. Maxi, el inigualable, el irrepetible conductor del vehículo, soportando estoicamente las bromas de los ocupantes: «Maxi, acelera un poco, que nos va a pasar un carro»... Y Maxi, genio y figura, capacidad irónica para la respuesta decía: «Pues bajar todos y empujar un poco»... Los de los trenes especiales llegaban casi siempre antes, pero esperaban. Y se formaba el cortejo, no de los claros clarines, sino de las afinadas gargantas, con pancartas ingeniosas y canciones cual coplas de picadillo. Ya en Ponferrada, el buen pulpo, los pinchos con productos de la tierra y el buen vino, disolvían el desfile. De Santas Martas a Fuentesnuevas. Ya los tiempos y los medios habían experimentado un notable cambio. Cantaban los de allí: «Que del Bierzo a la gloria hay un peldaño»... Y replicaban los de acá: «Todos somos de León, contentos de ser de aquí...» Y Los pimientos, que ya Prada (siempre a tope) se había promocionado allende nuestras fronteras provinciales. «La Virgen de la Encina, ¿quien la sacará?...» cuatro pimenteros de Ponferrada... ¿Y del resultado...? Pues como ahora, cada cual arrimaba el ascua a su sardina sin tener en cuenta las horas altas o bajas que deportivamente estaban pasando.