Diario de León

Balonmano | Final de la Copa Asobal

En las alegrías y en las penas, siempre ahí

Unos quinientos aficionados leoneses apoyaron al Ademar en todo momento

Ribera se desespera durante el partido

Ribera se desespera durante el partido

Publicado por
G. Fernández - valladolid | enviado especial
León

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Polideportivo Pisuerga. El nombre del río ya lo deja claro. Territorio hostil para lo leonés. Aún así la grada superior de uno de los fondos se encuentra espectacularmente poblada de banderas púrpuras con el león rugiente sobre fondo blanco. En las vallas, en las paredes, ondeando en manos de entusiastas seguidores del Ademar. Indudablemente aquel es el rincón de las peñas e incondicionales del equipo marista. Los que hacen que el viejo lema de «Nunca caminarás solo» sea una realidad en cada una de las grandes citas y se convierta en un sentimiento, en una realidad, no en una frase hecha. Desde bastantes minutos antes de que se iniciase el partido ahí estaban ya con sus cánticos de ánimo, el himno a León que no podía faltar y rivalizando con los manchegos de al lado y también con los muchos pucelanos que se acercaron a ver la final y que por supuesto en modo alguno deseaban una victoria leonesa. Y durante el partido de aquel rincón salieron toneladas de aliento y apoyo. Pasaban los minutos y parecía que la leyenda de David vencedor de Goliath iba a escribir un nuevo capítulo. El Ademar rozó la Copa casi la tocó con la punta de los dedos. Durante muchos minutos fue el dominador del choque. Los hinchas leoneses se lo creían. «¡Este partido lo vamos a ganar!» gritaban convencidos desde las bancadas superiores. Llegaron los minutos decisivos. La moneda girando en el aire sin saber donde caer. Los aficionados del Ciudad Real rugiendo, los del Ademar más todavía. Y al final con la derrota los gritos de «¡Ademar! y ¡León!» se escucharon incluso con más fuerza que cuando las cosas iban bien. Tristes por haber perdido pero orgullosos de lo que había hecho su equipo sobre el parqué. Se perdió,sí, pero se hizo sacando brillo una vez más al «espíritu Ademar».

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