Diario de León

España purga con una derrota sus precipitaciones (28-35)

Hungría supo aprovechar las carencias en ataque de los de Pastor para llevarse el pulso

Laluska, jugador húngaro que milita en el Ademar, intenta evitar el lanzamiento a portería de Ortega

Laluska, jugador húngaro que milita en el Ademar, intenta evitar el lanzamiento a portería de Ortega

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Javier Villanueva - bergen
León

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La selección española cayó derrotada en su debut en el Europeo por un contundente 35-28 ante Hungría, en un encuentro en el que el equipo nacional pagó su precipitación en ataque, en un torneo, en el que los de Pastor a causa de las bajas necesitan más paciencia que nunca. Las dudas que pudiera despertar la presencia de Sierra, titular de la portería española por la baja de Barrufet y las molestias de última hora de Hombrados, quedaron despejadas con dos paradas iniciales a Nagy y Gal, que sirvieron para reivindicar al meta del Valladolid. Pero los problemas de España no estaban en la portería, sino en las excesivas prisas con las que el conjunto español actuó en ataque, que ahora, más que nunca, tiene que masticar y masticar. De hecho, cuando España movió con criterio el balón, los pupilos de Pastor encontraron los huecos necesarios para batir la portería magia. Así, como una goma, aumentó y decreció la ventaja española, nunca mayor de dos goles, durante los primeros minutos de la primera mitad, ante una rocosa Hungría, que encontró en la velocidad del extremo Tamas Ivancsik su mejor arma. De este modo, la selección española fue poco a poco complicándose un marcador, que llegó a reflejar a menos de ocho minutos para el descanso una ventaja de dos tantos para el equipo magiar (9-11), que obligó a solicitar tiempo muerto el preparador nacional. Aunque las alarmas para el cuadro español se encendieron con la máxima intensidad con el parcial de 0-2 que le endosó Hungría, con un jugador menos que colocaron a los húngaros con una inquietante renta de 9-14. Los fallos en los lanzamientos del otras veces infalibles Albert Rocas, o las imprecisiones de Ortega y del ademarista Aguinagalde, envalentonaron cada vez más a los húngaros, liderados por el portero Puljezevic. Pero si algo identifica a la selección española es su incorformismo ante la derrota, y así, cuando parecía más difícil, España aumentó un punto su intensidad. Garabaya, con dos tantos (12-14) devolvió la esperanza para la segunda mitad. Esperanzas que se convirtieron en realidad en el arranque del segundo período, en el que España muy firme en ataque, con un 6-0 comandado por Asier Antonio y Garabaya, y un Iker Romero asumiendo la responsabilidad goleadora logró rápidamente igualar (14-14). Sin embargo, cíclicamente el equipo nacional seguía cayendo en las traicioneras prisas que devolvieron la delantera a Hungría (16-19). España necesitaba calmarse si quería ganar, pero la exclusión de Asier volvió a llenar de nervios al equipo nacional, que vio como en inferioridad Hungría se alejaba (23-27). Ni la exclusión de Nagy sirvió para encauzar ya al equipo nacional, que incluso con un hombre más fue incapaz de recuperar la senda del inicio del segundo tiempo, con fallos y más fallos que situaron a los magiares con un contundente 23-30, margen que se mantuvo hasta el final de la contienda con el desalentador 28-35.

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