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El carnaval baja la asistencia

En una tarde de lluvia y viento, el estadio registró la peor entrada de la temporada

Este niño se hizo amigo de Marco Ortega, al que prestó su bandera para secar el balón

Este niño se hizo amigo de Marco Ortega, al que prestó su bandera para secar el balón

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Ramón Díez - ponferrada
Ponferrada

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Ayer era el día grande del carnaval ponferradino para los más pequeños de la casa que al final siempre arrastran a los que no son tan pequeños. Y eso que el día era de perros y ya se barruntaba claramente que el desfile del carnaval infantil iba a ser suspendido en vista del diluvio que descargaba sobre la capital berciana. Aunque en efecto se suspendió la caravana que debía recorrer las calles de la ciudad, hubo fiesta en el pabellón de Flores del Sil. Esta circunstancia hizo que muchos de los habituales en El Toralín tuvieran que cambiar de escenario para estar en la citada fiesta carnavalera. Al margen de esta consideración, también la tarde estaba para quedarse en casa, donde además ayer ponían fútbol de primera y «por la patilla» con esto de las guerras televisivas. Así que más de uno y más de cien, debieron aprovechar una de las tardes más desapacibles del año para quedarse en casa donde además tenía fútbol por la tele y por la radio. Con todo, algunos aparecieron por el municipal ponferradino tirando de disfraz. No fueron muy numerosos pero quisieron dejar constancia en las gradas de los tiempos que corren. Especialmente los más pequeños se animaron con los disfraces. Lo que más temían todos, tanto los pequeños como los mayores, era que la Deportiva de sus entretelas se disfrazara otra vez de equipo vulgar y ramplón, repitiendo la imagen del día del Burgos que dejó a la grada un tanto descolocada. Debe pensarse que el descenso de público ayer viene justificado por lo dicho anteriormente. Es mejor no pensar que los últimos resultados han mermado el fervor de una grada todavía bastante poblada pese a todo. La parte positiva del bajón registrado en el aforo del recinto es que no se produjeron tantos atascos como otras veces, ni las colas hicieron tanto daño como de costumbre, aunque la mayoría sigue con la tendencia de llegar a última hora. Se circulaba con más fluidez y eso que la lluvia obligó a casi todo el mundo a acercarse al Toralín «motorizado» esta vez.

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