Diario de León

LUCHA LEONESA Y ALGO MÁS MARRO

Los que no ganan casi nunca

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León

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LOS LUCHADORES que suelen clasificarse en los primeros puestos. Los que no ganan casi nunca. Los que pierden casi siempre. Los que no se llevan ni los honores, ni los títulos, ni los aplausos, ni los dineros¿ Pero que, fieles a su afición, aguantan y resisten «inasequibles al desaliento». En ellos estamos pensando, como sostenedores en gran medida de la lucha leonesa, al teclear la presente columna. A ellos, a estos que no ganan casi nunca, es a los que hay que cuidar sobremanera. Si no son los que más se lo merecen, que lo son también en importante grado, desde luego que son los que lo necesita. De antemano pedimos disculpas si herimos susceptibilidades cuando nos referimos a los «ganapremios-ganasiempre»: evidentemente ellos no son culpables de ganar y llevarse los premios habitualmente. Con ello estamos pretendiendo poner en evidencia la distribución -discriminación- premiadora y propugnando un mayor alcance para quienes tampoco se llevan trofeos, honores, aplausos, títulos luchísticos y titulares mediáticos¿ En esta ocasión queremos incidir en todo ello, para ver si sirve de algo mostrar el contrapunto. Es humano que que quienes ganan casi siempre lleven mejor las penurias de los corros -«los duelos con pan¿»- y que las compensaciones antedichas y demás euforias les hagan -por ejemplo-echar menos en falta esa elemental ducha reparadora. Pero si a los que no ganan casi nunca ese mínimo de consideración y confort, la confortabilidad básica ¿con qué se quedan¿ aparte de una ilusión a prueba de caídas? Ese aporte de afición y de moral tiene que ser reconocida y recompensada de otra forma. ¿Qué les damos actualmente, con qué se les compensa, aparte de la dieta de desplazamiento? ¿Qué se les da para que sigan posibilitando que los que ganan casi siempre luzcan y consecuentemente estén dando juego al espectáculo luchístico? El día que ellos fallen y falten ¿qué nos va a quedar para montar corros? ¿la misma media docena repetitiva de siempre? Y otro tanto en cuanto a la lucha de base. La cantera se tiene que nutrir de campeones en potencia y de futuros «luchadores de relleno». Sin el menor tono peyorativo, pero es que es así: si sólo acceden a los niveles superiores los cuatro que prometen llegar a figuras y que aparentan madera de campeones¿ apaga y vamos. Es a los crios, con cualidades normales y desbordantes de afición, a los que hay que proteger y apoyar. Los que tienen gran futuro por delante, ésos en gran medida se estimulan sólos. Aclaramos que lo de la ducha es casi anécdota, cuando las carencias básicas de los corros son tantas y tantas. Y no se vislumbran para ello atisbos de cambio ¿Carpa o camión acondicionado para pesaje é inscripción, masaje, enfermería¿? Lo propio podemos decir de los aficionados que no son -digamos- forofos de la lucha. Que van a los corros, a algunos corros más o menos selectivamente, pero sin entera fidelidad y seguimiento. El aficionado fiel, el forofo, es menos exigente y-exagerando- le sirve cualquier cosas. Es feliz medio sentado en un medio tablón e incluso de pie, con tal de que le dejen ver; es feliz viendo lucha, aguanta hasta los últimos combates de Pesados -lo de combatir es un decir- y se olvida¿hasta de mear. Todo eso no sirve para el aficionado, o simple espectador, más o menos ocasional. Exige lo que está acostumbrado a que le ofrezcan en cualquier otro espectáculo deportivo de cualquier ámbito: confortabilidad elemental, urinarios públicos (los hay portátiles), presentación y puesta en escena mínimamente digna (ay, la tribuna presidencial y aledaños versus mesa del jurado etc), megafonía potente, electrónico mucho más grande y elevado -¡visible!- y no disminuido y casi como de juguete, duración razonable, árbitros presentables¿ En definitiva otra imagen totalmente distinta a la actual. En suma de lo que se trata es de poner los medios para lograr más -muchos más- luchadores senior de «los que no ganan casi nunca», mucha más cantera y muchos más espectadores «de los no habituales y menos fieles».

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