Fútbol | Segunda División B
La Deportiva cumplió el guión
Las estadísticas decían que si los de Amaral marcaban en Las Llanas acabarían ganando
Hay partidos en los que todo está dicho antes de iniciarse, en los que el guión está marcado mucho antes de comenzar y en los que el nombre del rival sigue marcando la pauta que tiene que reafirmarse durante el encuentro. Eso pasó ayer en Las Llanas, un terreno de juego histórico que recibió a la Ponferradina con las manos abiertas, con el ansia que mostraron los bercianos de cara a una victoria que les mantendría en lo más alto de la tabla. Poco más se puede decir cuando el local muestra desde el inicio sus carencias, cuando no es capaz de enlazar tres toques seguidos, cuando sale amedrantado ante un rival que sólo con su mirada impone y que, con sus nombres, mete miedo, casi proporcional en la medida que dinamita los partidos en su ataque, donde marca las diferencias por calidad y por el curriculum de sus jugadores. Uno de ellos, De Paula, bregado en terrenos de juego de superior categoría, marcó la diferencia en la primera mitad con una superioridad insultante. La verdad es que el choque fue extraño, tanto como quisieron los de David Amaral. Salieron con una defensa que se adelantó muchos metros buscando que los locales cayeran de forma permanente en el fuera de juego, pero es que tampoco llegaron para caer en esa errata táctica. Los bercianos eran mejores mostrando poco sobre el campo. Los vizcainos intentaban hacerse fuertes en el centro del campo pero no podían ante un rival que crecía con el paso de los minutos, que comenzaba a llegar pero sin crear peligro. Eran embestidas de fuerza que no de ocasiones, pero era la forma de mostrar que estaban sobre el terreno de juego, que iban a crear peligro y que el miedo no se podía ir de la presencia de los sestaotarras. Poco más se podía pedir cuando todo estaba en juego. No existían oportunidades pero en la primera que hubo ésta fue gol, el premio del fútbol. Su historia nos remite a Marco Ortega, un lateral de recorrido que se fue de su par colocando al final, sobre la línea, el balón en la cabeza de De Paula para que el extremeño, con una superioridad enorme sobre dos defensores, se alzara y marcara de cabeza el primero del partido. Era un golpe de autoridad que ponía por delante al cuadro que más lo había buscado, que más se había interesado por el balón y por las ocasiones. El gol hizo más grande al juego de los bercianos que se crecieron en el centro del campo y fueron mucho mejores aunque sin crear ocasiones de peligro porque lo evidente es que el equipo de casa, viendo que podían encajar muchos más, se hicieron fuertes atrás intentando lanzar contras, pero, tal y como estaban las cosas, sin haber demostrado nada en el ataque, sin poder romper la tela de araña en la que se había convertido la zaga de los ponferradinos, se convertía casi en tarea imposible que los vascos lograran reducir la ventaja. Hasta el final las cosas cambiaron muy poco, casi nada. Los bercianos controlaban el juego, marcaban el ritmo del encuentro y eran mejores aunque sin crear ocasiones como para poder haber dejado las cosas sentenciadas. No llegaron más con peligro arriba pero la sensación que dejaban era evidente. De haber forzado un poquito más podían haberse ido al tiempo de descanso con clara ventaja en el marcador pero poco más. Tras el descanso el argumento varió de forma mínima. Los bercianos eran mejores, con más peligro, mucha más consistencia y, sobre todo, más poder ofensivo porque estiraron las líneas viendo que podían dejar el partido finiquitado. Teo amplió la renta y con dos goles de ventraja para el cuadro local todo cambió porque el Sestao se echó arriba a la desesperada conseguiendo poner en aprietos y de los nervios a un equipo berciano que no daba abasto ante el mayor empuje de los vascos. Todo lo mejor llegó en los últimos minutos. Los de casa recortaron y pudieron lograr las tablas si Cabrero no hubiera detenido una pena máxima a Óscar Martín. Dos minutos despues, también en el descuento, Rubén Vega erraba también un penalti con el tiempo cumplido.