Ayudado por la fortuna o por el hechizo que le ampara en Europa, el Liverpool logró en el Emirates ante el Arsenal de Cesc un empate a uno (1-1) que confiere ventaja a la plantilla de Rafa Benítez pese al dominio abrumador de su anfitrión y que deja en el aire la resolución de los cuartos de final de la Champions a la espera de lo que ocurra en Anfield. El principio de una sucesión de tres encuentros en un intervalo de seis días entre ambos rivales anticipaba, cuanto menos, intensidad. El hada madrina que ampara al Liverpool en este torneo arropó a los Reds para contener la organización y la disciplina de la compacta formación del Profesor Wenger, cuya obsesión continúa siendo el torneo europeo. El templado Arsene Wenger había rogado a sus pupilos que, más que nunca, desplegaran un esquema que combinara la organización, la cautela, la solidez en la zaga y que estuvieran siempre listos para atacar. Emplearon un fútbol notable, pero su determinación y empuje no evitó un gol de su rival, un arma letal que les hará sudar en la próxima eliminatoria. Fue, quizá, un resultado injusto a una contienda en la que el Arsenal fue el once dominador. Inauguró el marcador Emmanuel Adebayor en el minuto 20 para el Arsenal y empató cinco minutos después Dirk Kuyt para el Liverpool.