Viva Rusia...

UNO de esos tópicos destructivos como una leyenda negra es que la selección no pasa nunca de cuartos. Incluso se hacen anuncios con ese argumento. Con el fin de moderar la propensión al pesimismo, fue una buena idea la visita de los campeones del 64 a los actuales seleccionados. Éramos unos niños, pero recuerdo aquel partido contra Rusia, o recuerdo, al menos, el estilo de los jugadores, tal vez mediante partidos superpuestos. Los niños de entonces conocíamos de memoria las alineaciones, que parecían escritas en piedra, como si los equipos y la infancia fueran a durar siempre, el Athletic, el Inter de Milán, el Benfica, el Madrid, la selección Pudiera ser que entonces los futbolistas fueran menos atléticos y jugaran con mayor parsimonia, lo que en sí mismo no es bueno ni malo, siempre que el ritmo no sea inferior al de los rivales. Iríbar era un valladar, como se decía entonces, sobrio hasta parecer imperturbable, Amancio un excelente regateador en carrera, Suárez un líder natural que repartía el juego con aparente sencillez, como lo hacían Fusté o Pereda, Lapetra era un zurdo de esos que parecen lentos porque llevan a remolque la pierna derecha, pero luego la usan como eje sobre el que girar en los regates más secos con la izquierda, Marcelino se había hinchado a meter goles en el Zaragoza de los Cinco Magníficos Aquel equipo era bueno, como lo era el que perdió la final del 84 contra la Francia de Platini, el día en que al gran Arconada le metieron el gol más tonto de su vida. A mí me parece que también el actual es un buen equipo, técnico como aquéllos, con gusto por el buen juego. La más sabia decisión del entrenador de un buen equipo suele ser ponerlo en manos de los mejores. Decía Gento días atrás con naturalidad, sin asomo de petulancia, que el seleccionador de entonces, Villalonga, no le iba a decir a él muchas cosas, cuando ya había sido campeón de Europa cinco veces, con cinco entrenadores distintos. España juega apostando por lo mejor que tiene, un magnífico centro de campo, con jugadores como Xavi, Cesc, Alonso, Iniesta o Senna, que dirigen algunos de los mejores equipos del mundo. La retaguardia está cubierta por un gran portero y, en punta, tiene la ocasión de confirmarse definitivamente el delantero más prometedor de la liga inglesa, que ofrece potencia, velocidad y desmarque para el pase definitivo. Hay estrategas que no quieren el control del balón porque se asumen más riesgos. Prefieren ese otro juego mezquino y agazapado, como el practicado por el último y más tuercebotas campeón de todas las Eurocopas, Grecia. Es una tentación que seguramente asalta a los entrenadores con el vértigo de la inmediatez. A mí me parece una ventaja que Luis no tenga nada que perder siendo consecuente con el estilo perfectamente definido de su equipo, puesto que su carrera ya está hecha. Sería seguramente una torpeza que a última hora se traicionase. El equipo es el que es, con ligeras variaciones, como Silva y Villa. En el 64 eran los tiempos de la guerra fría. Los ciudadanos más impresionables de cada lado del telón pensaban que en el otro ataban los perros con longaniza. Había quien se emocionaba en el bar y gritaba