Austria se salva de su eliminación por un penalti de patio de colegio

La ley inexorable del fútbol: cinco ocasiones, claras, tiradas al vertedero de las opciones perdidas, de los ¡casi! austríacos abortados por un gran Boruc que presagiaban lo peor. Y lo peor para Austria llegó: gol de Polonia a las primeras de cambio, y en posible fuera de juego para colmo de males. Todo había sido austriaco hasta ese momento: el dominio, el balón, los metros, la continua presencia ante el meta polaco, que vivió pesadilla tras pesadilla aliviada en el último momento por su ángel salvador y su propio acierto en cada salida. En Polonia no aparecían ni Lewandowski ni Guerreiro, ordenador y creador respectivamente de su fútbol pero, una vez marcó el brasileño nacionalizado polaco, Austria desapareció, borrada del mapa futbolístico, anonada por su propia torpeza. Entonces Polonia dispuso de todo lo que no había tenido antes mientras Austria se iba evaporando. Estaba todo perdido para Austria cuando un penalti ingenuo le vino a dar algo de vida. Austria logró «in extremis» un merecido empate a un gol ante Polonia, gracias a un penalti ejecutado en el último minuto por Ivica Vastic, después de dominar el encuentro y verse en desventaja en la primera acción de peligro del rival. Hasta el minuto 92 todo parecía como una maldición en contra de los locales, que dominaron su segundo encuentro en el grupo B pero a pesar de numerosas ocasiones, no lograron materializar. Pero tras una falta en el área polaca, los austríacos consiguieron finalmente el ansiado tanto, que los mantiene con vida en el torneo. Los austríacos tuvieron en el primer cuarto de hora de juego un sinfín de oportunidades claras de gol que pudieron aprovechar. Y como se suele decir en el fútbol: los goles que no marcas al final te los van a marcar a ti. Fue el joven centrocampista austríaco Harnik, el que desaprovechó en cuestión de tres minutos dos oportunidades aplastantes de gol.