Fútbol | Eurocopa 2008 | Análisis | El rival de España
Italia, la bestia durmiente
El rival de España parece esta vez más asequible porque aún no ha explotado su potencial, la duda es si despertará como siempre a la hora de la verdad o certificará el fin de un ciclo
T odo el mundo sabe cómo va a acabar esto, si se cumple el guión histórico. Italia pasa a cuartos de milagro, jugando mal y con mucha potra, mientras España lo hace con un fútbol impecable. El día decisivo, Italia hace el mejor partido del año y España el peor, o se muere de miedo. Pasa Italia. Fin. De momento, la primera parte del cuadro se ha cumplido fielmente y el domingo tiene que ocurrir algo realmente inédito para que se rompa la tradición. Es decir, que España gane. La Selección no derrota a Italia en partido oficial desde 1920, sólo en amistosos, que a los italianos les importan un pimiento. El último, que ganó España 1-0 en marzo, no dice gran cosa. El que cuenta es aquel 2-1 de 1994 en los cuartos de final del Mundial de Estados Unidos. Italia siempre ha llegado al menos a semifinales cada vez que ha pasado la primera fase de un Mundial o una Eurocopa, porque sale catapultada de moral. Si supera el primer obstáculo entra de repente en otra dimensión. Se engrandece, mientras España se empequeñece. Cada uno tiene su bestia negra, como se suele decir. La de Italia es Francia, y por eso ahora están muy crecidos, pensando que ya todo es posible, hasta ganar la Eurocopa. Atención a ese dato: Italia no vencía a Francia desde hace 30 años. En la final del Mundial acabaron empatados a uno. Para España esa bestia es Italia, y si finalmente les derrotan, quizá tampoco les pare nada. Sería el chute psicológico del siglo. Por eso el domingo puede ser el día que abra un ciclo para España, si logra ganar al equipo que mejor simboliza sus pesadillas personales. Es revelador de este complejo que, de inmediato, los medios españoles desempolven las fotos de Luis Enrique con la nariz sangrando por el codazo de Tassotti en 1994. En Italia ni se acuerdan de aquel partido. De lo que no se olvidan es de que luego, en la final, Baggio falló en la tanda de penaltis contra Brasil. Ellos sí lo hubieran hecho España combatirá contra su miedo escénico, una sensación que vive de vez en cuando, mientras para los italianos es su elemento natural desde que nacen: la suya es una sociedad de apariencias y llena de trampas, para gente astuta, para supervivientes. Lo dice todo del carácter italiano el hecho de que el martes lo verdaderamente milagroso para ellos era la victoria de Holanda. Todos pensaban que se iban a dejar ganar porque, seguramente, es lo que hubieran hecho ellos. Italia no hace prisioneros. Esa es la diferencia. La prensa exaltaba la deportividad de Holanda como algo insólito cuando para un español, más ingenuo e idealista, lo llamativo habría sido lo contrario. Es más, si al final Italia y Holanda vuelven a encontrarse y pierden los de Van Basten, los italianos pensarán que han pagado caro su error. Les reafirmaría en su visión de la vida. Todo esto es para señalar que, desde el peculiar punto de vista italiano, ya ha sucedido algo que va contra las leyes de la lógica y, por tanto, se está formando el aura épica de las grandes ocasiones. También que el 17 de junio coincidía con el aniversario del legendario 4-3 del Italia-Alemania de 1970. Las coincidencias y la superstición son básicas en el humor italiano. Algo puede cambiar Sin embargo, el resto de señales no son tranquilizadoras. La Italia de este año aún no ha explotado todo su potencial, y la duda es si se despertará el domingo o sólo se alargará la agonía del final de una época. Porque aún no se sabe en qué punto está Italia. Sólo se ha pospuesto el examen crucial al domingo. De hecho Roberto Donadoni sigue estando con un pie en la calle, en función de los resultados y son muchos los que critican un equipo impreciso y que no acaba de cuajar. Si es una bestia negra, desde luego ahora está dormida. «Pero todavía no tenemos juego», titulaba este miércoles su columna en La Repubblica , enfriando los ánimos, uno de los más lúcidos analistas deportivos italianos, Gianni Mura. Con razón. Un examen riguroso de la nazionale dispara alarmas. Para empezar, es un equipo que no mete goles. Sólo han marcado un defensa, Panucci, y el martes, Pirlo de penalti y De Rossi de falta con chiripa. El ataque se ha reducido a lanzar balones acrobáticos a Toni, un jugador que los pesca como sea, los protege con su corpachón de 1,94 y dispara aunque se esté cayendo. La genialidad de Cassano también está dromida. Quizá le atenaza la responsabilidad de no defraudar. Pero si empieza a regatear y a inventar, será un dolor de cabeza. En el centro del campo la noticia es la ausencia de Gattuso y Pirlo, pilares del Milan. Esta línea es la mejor del conjunto de Aragonés y probablemente aquí se decida gran parte del partido. La defensa es otra sorpresa de la azzurra , pues se ha evaporado el mito de su impenetrabilidad. La lesión de Cannavaro y el mal año de Materazzi han obligado a Donadoni a experimentar fórmulas que no terminan de convencer. Por último, Italia tiene dos valores indiscutibles. Uno, Gianni Buffon, el mejor portero del mundo. No basta cualquier disparo más o menos envenenado o de calidad para batirlo. Debe ser un tiro casi perfecto. La otra garantía es el grupo. Hay pocos banquillos tan unidos y motivados como el italiano, sobre todo después de lo que han pasado. Pero ¿cómo ven los italianos a España? Desde el principio es uno de los equipos más alabados, que si da gusto verles jugar, que si Torres y Villa son letales, pero al final siempre aparece esa coletilla de que, de todos modos, con España ya se sabe... a la hora de la verdad no está a la altura. Cómo les conocen. Se hace hincapié en que la zaga es el punto débil. «Son un gran equipo, pero siempre conceden algo, sobre todo en defensa. Tenemos que explotar sus pequeños defectos», ha dicho Zambrotta, que juega en el Barcelona y conoce bien el percal. No obstante, es unánime el temor de que, quizá, esta vez las cosas puedan ser distintas porque hay un factor nuevo: una delantera realmente efectiva por primera vez en muchos años.