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España da un vuelco a la historia
Senna gobierna a la selección para hacer un quiebro a la historia, eliminar a Italia en los penaltis de unos memorables cuartos de final y mantener vivo el sueño en la Eurocopa
El fútbol, siempre injusto con España en las dos últimas décadas, desde la final de la Eurocopa de París, decidió cambiar el signo de la Historia en Viena y se alió con la selección, la única que merecía un premio por la calidad técnica y derroche que sacó a relucir en los cuartos de final ante una escuadra azzurra con el mismo argumento de siempre: su experiencia competitiva. Había asegurado la víspera Luis Aragonés que sus hombres estaban convencidos de la victoria y que, si tenían que morir en el campo, lo harían. Lo hicieron con una fe inquebrantable en sus posibilidades y con unas dosis desorbitadas de sufrimiento, hasta el punto de que el gobernador del equipo nacional, un Senna inmenso, no podía con su alma en la prórroga. Su labor, secundada por el resto, sirvió para llegar a semifinales y mantener vivo el sueño. Cuando Cesc marcó el penalti que daba la clasificación cientos de fantasmas del pasado quedaron exorcizados en el Ernst-Happel. Ya no hay maldiciones ni mal fario. A veces el fútbol se alía con el mejor o, al menos, con el que intenta ganar. En algún momento la suerte tenía que sonreír a la roja . Y eso que el guión del encuentro era de sobra conocido y apuntaba a otro cruel desengaño. Italia no había hecho nada para seguir en Austria y había conseguido llegar a la lotería de las penas máximas. Ex futbolistas y ex seleccionadores de España que tuvieron la desgracia de vivir los malos momentos de los torneos internacionales seguro que sintieron una envidia sana y, de alguna manera, también se vieron recompensados cuando el centrocampista del Arsenal batió a Buffon. ¡Qué momento! La afición y los jugadores lo celebraron como si fuera una final. No lo era, pero por fin la selección ha dado ese paso definitivo que le coloca entre las grandes. Con la clasificación se había hecho justicia a Marchena, fantástico en su marcaje a Luca Toni; a Sergio Ramos, que se olvidó de conflictos y cerró bien atrás; a Senna, un futbolista de otro planeta; a Silva, que renació en Viena; y a Villa y Torres, que no dejaron de luchar. Fueron los más destacados de una plantilla de calidad contrastada a la que le faltaba una inyección de moral como la de anoche para creerse de verdad que el título es posible. La historia dio un vuelco y fueron los italianos los que se marcharon esta vez cabizbajos mientras los españoles formaban una piña en el córner y compartían su alegría con los aficionados, muy necesitados de ilusión. La selección había disputado hasta la fecha cuatro tandas de penaltis, ganando una y perdiendo tres. Cayó en cuartos de final del Mundial de 1986 ante Bélgica y en la misma ronda frente a Inglaterra en la Eurocopa del 96. En el Mundial de 2002 venció en octavos a la República de Irlanda antes de caer, otra vez en cuartos, frente a Corea. Con esta maldición de cuartos cómo no se iban a echar las manos a la cabeza los seguidores de la roja cuando finalizó la prórroga y había que jugársela a penaltis. Por eso la celebración posterior fue tan desmesurada y por eso no se marcharon del estadio hasta quince minutos después. En sus cánticos no sólo había ánimos, sino también un desahogo por tantos y tantos desengaños. España pasó por fin de cuartos. Estar en semifinales es también un premio a la fidelidad a un sistema en el que los jugadores creen a pies juntillas. El enemigo del jueves es Rusia, un viejo conocido al que la selección goleó en la primera fase por cuatro tantos a uno. Pero eso ya es otra historia. España paralizó a un país que vibró con su selección. Comienza una nueva etapa. 1397124194