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El Tour de Francia echa a andar

Novedad y tradición para rescatar el espíritu del ciclismo

Puertos míticos y cimas inéditas serán los principales atractivos de la ronda gala

Publicado por
Jesús Vidal - madrid
León

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La novedad y la tradición se dan la mano en las etapas montañosas que tendrán que afrontar los ciclistas en la próxima edición del Tour de Francia, con puertos míticos como Alpe D'Huez, el durísimo Hautacam y La Bonette de Restefond y las cimas inéditas de Prato Nevoso y la Lombarde como principales atracciones. La gran ronda francesa presenta una edición que contará con cinco etapas de alta montaña, cuatro llegadas en alto y cuatro jornadas de dificultad media. El primer escarceo de cierta consideración de los ciclistas con las subidas en este Tour será en la sexta etapa, cuando la carrera llegue a Super-Besse. Éste es un puerto catalogado de segunda categoría pero con el último kilómetro y medio muy explosivo, con un 10% de pendiente media, que servirá para ver el estado de forma de los favoritos. Tres jornadas más tarde, llegan los Pirineos, con un trayecto entre Toulouse y Bagnères-de-Bigorre en el que destacan los puertos de Peyresourde y de Aspin, que son cumbres frecuentadas por la gran ronda francesa. El Peyresourde ha pasado a la historia como el primer coloso que los ciclistas tuvieron que afrontar en el Tour de Francia, en aquella legendaria jornada de 1910, en la que la carrera atravesaba por primera vez los Pirineos. El Tour de este año busca devolver el ciclismo a sus raíces más míticas, y por eso incluye en su trazado tres de los cuatro «gigantes» que se subieron en la primera etapa de montaña de la historia de este deporte. El Peyresourde no sólo vive del pasado y, sin ir más lejos, en 2007 fue testigo de los secos ataques que el joven Alberto Contador asestó contra el líder danés Mickael Rasmussen, quien abandonó dos días más tarde por sospechas de dopaje en una carrera que pasará a la historia como el primer gran triunfo de Contador. El Aspin, cuya cima está situada a 26 kilómetros de la meta, marcará el desarrollo de esta etapa y permitirá ver el estado de forma en el que los «gallos» han llegado a este primer gran test, en el que siempre suele haber un damnificado que ve mermadas sus opciones en la carrera. Al día siguiente, esperan a la caravana dos «señores» de los Pirineos, el Tourmalet y Hautacam, cumbre en la que estará instalada la meta. El Tourmalet es uno de los «cols» más míticos de las carreteras francesas. Este año se sube por la vertiente que comienza en Sainte-Marie de Campan, que tiene en sus empinadas galerías y en el paso por la estación de esquí de La Mongie la dureza que forjó la leyenda de que para salir airoso de este puerto era necesario un pacto con el diablo. Hautacam es un puerto largo y sin descansos, que únicamente suaviza su dureza en los 2.000 metros finales, cuando el empinado inicio y el terrible tramo medio, con tres kilómetros casi al 10%, han puesto a cada uno en su sitio. Este «fuera de categoría» ha sido escenario de grandes hazañas, como el gran ataque de Miguel Indurain en el Tour'94, que le abrió el camino hacia su cuarto triunfo en la ronda francesa, o la heroica victoria del español Javier Ochoa en el 2000, cuando, tras una escapada de 155 kilómetros, supo ganar la etapa al «Gran Ameicano» Lance Armstrong, que venía desde atrás sediento de victoria. El Tour'08 apuesta por un trazado mítico salpicado de novedades para intentar rescatar el espíritu del ciclismo, después de una temporada, «una vez más sumamente atormentada», según el director de la carrera, Christian Prudhomme.