Diario de León

Juegos Olímpicos | Pekín 2008 Juegos Olímpicos | Pekín 2008

Una medalla con sabor a oro

En un partido memorable, la selección de España se cuelga la presea de plata después de hacer temblar a Estados Unidos con una soberbia exhibición de juego, intensidad y talento

Pau Gasol (d) y Kobre Bryant se abrazan tras acabar el partido de la final

Pau Gasol (d) y Kobre Bryant se abrazan tras acabar el partido de la final

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Amador Gómez - pekín
León

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1 Pau Gasol, otra vez máximo anotador Pau Gasol se ha convertido en el máximo anotador de los Juegos de Pekín, con una media de 19,6 puntos por partido. El ala-pívot también obtuvo este galardón en la anterior cita de Atenas 2004 (con un promedio de 22,4), dos años antes de conquistar el título del mundo y ser proclamado el mejor jugador de Japón. Gasol es ya, junto al legendario brasileño Oscar Schmidh, el único que ha conseguido revalidar el título de máximo encestador olímpico. 2 La selección española celebra en Pekín una plata histórica La selección española de baloncesto celebró en un conocido restaurante de Pekín, junto a familiares y amigos, la consecución de la medalla de plata en los Juegos Olímpicos, una presea «que sabe a oro», según explicó Rudy Fernández antes de empezar la cena. El alero mallorquín aseguró que la final fue un partido «increíble», a pesar de algunas decisiones arbitrales que «no se entendían». Nunca España disfrutó tanto con una plata y Estados Unidos sufrió tanto por un oro. En una final memorable, en el que acaso haya sido el mejor partido de baloncesto de todos los tiempos, la selección española rozó una hazaña sin precedentes, acarició una victoria que habría adquirido tintes de leyenda. Parecía imposible vencer a los yankis y así resultó, España fue plata en los Juegos Olímpicos de Pekín, pero es la medalla más grande jamás conquistada por España, la de mayor valor, la que permite sentirse orgulloso a este magnífico equipo que, con un despliegue extraordinario de juego, intensidad y casta, hizo temblar a una fantástica selección estadounidense, la más poderosa al menos del último cuarto de siglo. Terminó el partido 107-118, ganó EE UU, y el abarrotado pabellón de Wukesong, puesto en pie, homenajeó la exhibición del equipo español. La medalla es de plata, pero sabe a oro. España obligó a Estados Unidos a romper todos sus límites y a sacar lo mejor de sí para evitar lo que hubiera sido una tragedia para los americanos. Los campeones del mundo plantaron cara a un enorme equipo estadounidense que sólo estuvo un escalón por encima de España, en el aspecto físico. Los españoles sometieron a una presión insoportable a los yankis , que al final necesitaron que uno de los mejores jugadores del planeta, Kobe Bryant, ejerciese de superhéroe para salvase su honor. La mejor generación que ha dado el baloncesto español emuló la plata de hace 24 años en Los Ángeles. Pero esta medalla, tras un duelo vibrante y espectacular, de altísimo nivel por parte de ambos equipos, tiene un mérito superior. Casi tanto como el oro mundial de Saitama, el mayor éxito de la historia española, conquistado por un grupo de jugadores que se ha despedido en Pekín con una actuación de las que se recordarán toda la vida. ¡Qué manera de jugar y desesperar a los americanos! El resultado del primer tiempo (62-69), firmado por dos equipos que defendían muy bien y atacaban mejor, es el mejor indicio del tremendo encuentro disputado. España no tuvo ayudas arbitrales. Los jueces beneficiaron a los americanos, que no quisieron ver sus continuos pasos y faltas. No perdió España por culpa de los árbitros, pero con mayor justicia habría dispuesto de más opciones de victoria. Tampoco por la baja de José Manuel Calderón, a quien no se echó de menos gracias al atrevido Ricky Rubio y a la dirección y la aportación del resucitado Juan Carlos Navarro. España perdió porque el equipo yanki es estratosférico y practica un baloncesto cargado de quilates. Y aún así, en Pekín temblaron. La selección española mantuvo opciones de triunfo hasta el bocinazo el final de un duelo de leyenda, de los que engrandecen el baloncesto. España, que se había tambaleado en estos Juegos, cerró su andadura con una exhibición portentosa de talento, sacrificio y fortaleza mental. Lástima ese triple de Jiménez que se estrelló en el aro cuando sólo faltaba un minuto y medio para el final. Estaría escrito, pero España tuvo ahí la oportunidad de acercarse a sólo dos puntos, de poner contra las cuerdas a Estados Unidos y provocar un colapso. Estaban ya nerviosos, y ese triple habría llevado a los americanos a una situación extrema de ansiedad. España, sin embargo, se divertía. Liberada de la presión al haberse asegurado la plata, volvió a ser esa selección inmensa, sobresaliente en juego, actitud y carácter, y enamoró de nuevo con su baloncesto. No faltó nada que no fuese más fuerza física que sus oponentes. Quizás un poco de suerte y, también un poco más de Pau Gasol (9 en 18 tiros de dos, y seis rebotes). También asombró España con su esfuerzo colectivo atrás para contener, y con su defensa en zona dejó al rival con menos recursos en los dos últimos cuartos. 1 Los Ángeles y Pekín, dos finales olímpicas separadas por un mundo En Los Ángeles, sin triples, 96-65. En Pekín, el marcador reflejó un baloncesto espectacular gracias a un enorme acierto ofensivo, aunque las defensas fueron poderosas. España lanzó 74 tiros de campo, con el 51% de efectividad, y EE UU 65, con el 60%. En tiros de dos, los españoles alcanzaron el 53% y los americanos el 70%. En ambos partidos la selección estuvo en el 82% en tiros libres, mientras que su rival siempre estuvo a peor nivel en esta faceta. 2 Barrufet deja una selección que supo creerse que es tan buena como las demás El portero David Barrufet declaró ayer en su despedida como guardameta del equipo nacional que el balonmano español se ha diferenciado en los últimos años por tener la capacidad de creerse que es «tan bueno como los demás», y añadió que tras más de doscientos partidos como internacional se va sin haberle «faltando nada, disfrutando mucho y con la suerte de acabar así».

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