Louis Vuitton sí, pero ¿original o copia?

P ocas visitas resultan más sorprendentes en Pekín que la del mercado de Xiushui, conocido también como el mercado de la seda, aunque en su interior la nobleza de las telas es más que dudosa. Se trata de un gigantesco complejo situado en el centro neurálgico de la capital, a un par de kilómetros de la plaza de Tiananmen, que haría palidecer a cualquier El Corte Inglés. En su interior, la variedad de artículos produce mareos, y sus precios, asombro. Pero no es de extrañar. El 90% de lo que se vende está compuesto por copias ilegales de marcas de lujo. Desde bolsos de Louis Vuitton, a una centésima de su precio original, hasta zapatillas Nike sin garantía de que vayan a durar poco más allá de los Juegos Olímpicos. Y nada de ojos rasgados entre la clientela. «Los chinos prefieren comprar productos originales», reconoce una de las vendedoras, especialista en agarrar los brazos de los occidentales que pasan por delante de su espacio en un estrecho corredor. «Los extranjeros prefieren las copias, y suelen pagar mejor», comenta entre risas. «Sobre todo los que han llegado para los Juegos. Esos no saben regatear». Quienes busquen los productos originales tampoco caminaron mucho. China está a punto de desbancar a Japón como principal mercado de productos de lujo.