Pekín oculta su factura
Nadie sabe cuánto han costado los Juegos de Pekín. China lo mantiene en secreto
C omo ya es tradición, estos han sido los mejores Juegos Olímpicos de la Historia. También los que han contado con mayor número de sedes, de mascotas, de espectadores, de periodistas, de voluntarios, de instalaciones deportivas, y de disciplinas olímpicas. Ha sido la cita con la ceremonia inaugural más espectacular, la de estadios más impresionantes y los trenes más veloces, por no mencionar la calidad inigualable de la Villa Olímpica. Para todo ello se han utilizado unas 42.000 toneladas del mejor acero, y se han adquirido 40 millones de macetas que han convertido en un florido parque una ciudad tradicionalmente gris. Y todo ello, teóricamente, por un precio inferior al de Atenas 2004. China ha echado la casa por la ventana para dejar al mundo con la boca abierta. Nadie sabe cuánto ha costado en realidad organizar Beijing 2008. Las cifras oficiales no son creíbles y dejan a un lado el costo de todos los factores colaterales que han rodeado a unos Juegos que también se han colgado la medalla de oro de la polémica. Cierre de fábricas, reubicaciones forzosas, medidas extraordinarias en el tráfico y la construcción, y un largo etcétera que este medio ha tratado de sumar para concluir si la XXIX Olimpiada ha sido rentable económicamente. En el aspecto patriótico no hay duda de ello, y seguramente ese era el objetivo del Gobierno. Según el Comité Organizador de los Juegos de Pekín, el coste operativo de los Juegos se ha disparado de los 1.100 millones de euros presupuestados cuando Pekín fue designada para celebrarlos, a los 1.650 millones finales. Todavía por debajo de los 2.000 millones que gastó la capital griega. Según esas cifras oficiales, China ha mantenido su promesa. Pero algo muy diferente sucede si se comparan los presupuestos totales de las dos anfitrionas olímpicas. Sumado al coste operativo el de las instalaciones deportivas, siempre según los comités organizadores, China ya supera a la cuna del olimpismo en presupuesto. 13.200 millones de euros de Beijing 2008 frente a los 9.000 de Atenas 2004. Una vez más, se prometieron imposibles y los Juegos se han apuntado otro superlativo: el de los más caros de la Historia. Superan incluso al presupuesto presentado por Londres 2012, de 11.000 millones de euros, y al de la candidatura de Madrid 2016, aunque es previsible que ambos se disparen. Pero en la factura de Beijing 2008 se pueden incluir muchos conceptos más, que no se han tenido en cuenta en el balance oficial y que elevan el total a más de 30.000 millones de euros, una cifra que será difícil de batir en las próximas décadas. Se deberían sumar, por ejemplo, los 11.000 millones invertidos en 200 proyectos destinados a la mejora del Medio Ambiente. Y los 3.000 millones que ha costado la espectacular Terminal 3 del aeropuerto pekinés. Tampoco está claro si los 220 millones de euros de la ceremonia inaugural han sido tenidos en cuenta. Lo que sí es seguro es que no se han contabilizado el fracaso hostelero, la reubicación de entre 700.000 y un millón y medio de desplazados, según diferentes organizaciones de Derechos Humanos (el Gobierno sólo reconoce 6.000), y los cierres totales o parciales que han sufrido dos centenares de fábricas. El impacto de todos estos factores es difícil de calcular, pero sin duda es exorbitante, y podría elevar la cifra a unos 40.000 millones de euros. China niega que el país vaya a vivir ningún tipo de recesión, como que la se apoderó de Atenas cuando se apagó el pebetero. Pekín espera unos beneficios netos de 10 millones de euros. Es la mitad de lo proyectado, pero todavía una cifra superior a los siete millones que ganó la capital helena. Hay 1.700 millones de euros por derechos de retransmisión, 1.100 más gracias a los patrocinadores, y otros dos mil por las ventas de entradas y de mercad otecnia. Pekín en una ciudad de vanguardia y se mantendrán durante al menos dos décadas. Pero pagará su precio. Texto